Este fin de semana, Donald Trump celebró su primer acto de campaña luego de que ésta se viera interrumpida por la pandemia de coronavirus. El primer mitin tuvo lugar el sábado por la noche en Tulsa, Oklahoma. Desde el equipo de campaña oficialista, habían anunciado que más de un millón de personas habían solicitado tickets para poder asistir al evento. No obstante, se confirmó la presencia de solamente 6.200 partidarios del presidente.
Medios estadounidenses asociaron la escasa asistencia a una campaña impulsada por usuarios de redes sociales que promovieron la inscripción al evento sin intención de asistir con el objetivo de boicotear el mitin. En Twitter, Instagram, y TikTok, adolescentes y adultos por igual, instaron a vaciar el recinto reservando entradas -gratuitas- que no pretendían utilizar para impedir que el estadio estuviera lleno de fieles seguidores republicanos.
Brad Parscale, el jefe de campaña del equipo Trump, aseguró que efectivamente habían recibido más de un millón de solicitudes y que la decepcionante convocatoria se debió a supuestas manifestaciones en contra del presidente. En este sentido, afirmó que los manifestantes que se movilizaron en el marco de la explosión del movimiento antirracista que vive el país desde hace un mes impidieron que los seguidores del jefe de Estado pudieran llegar hasta el recinto desde donde Trump y Mike Pence dieron por iniciada -otra vez- la campaña.
Asimismo, Parscale negó cualquier influencia por parte de usuarios de internet en la asistencia al evento aunque opositores como la congresista demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, celebraron el golpe simbólico afirmando que se debía a la movilización online mayormente conducida por adolescentes.
Aunque algunas de las 19.000 localidades disponibles hayan estado vacías a causa de la viralización del formulario para reservar entradas, la ausencia de asistentes pareciera responder a una baja significativa del apoyo al presidente sumada al contexto sanitario que desmotiva la congregación de multitudes. En este sentido, el equipo de campaña oficialista sobreestimó la proyección de asistentes trabajando sobre datos previos a la pandemia y terminó por boicotearse a sí mismo.