Más de 4.000 personas han resultado heridas y al menos 100 han fallecido luego de que ocurriera una explosión en un almacén de explosivos ubicado en el puerto de la capital de la República Libanesa.
El primer ministro, Hasan DIab, afirmó que la causa de las explosiones fue la detonación de alrededor de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que permanecían almacenadas en el puerto. Con la ciudad gravemente impactada por la explosión y la consecuente onda expansiva, el Ejército libanés y la Cruz Roja conducen las tareas de rescate en la zona portuaria.
El presidente Michel Aoun, ha instado a la población a dar refugio a quienes se han visto desplazados por la tragedia. Asimismo, la Presidencia ha solicitado a las Fuerzas Armadas realizar patrullas en las zonas afectadas a fin de garantizar la seguridad.
Lo ocurrido en la tarde de ayer contribuye a la tensión en el país mediterráneo en una semana marcada por la expectativa del veredicto del Tribunal Especial para Líbano -con sede en La Haya- sobre el asesinato de Rafik Hariri, ex primer ministro, en 2005.
A nivel internacional, Israel ya ha enviado ayuda humanitaria hacia el otro lado de la frontera. Por su parte, Donald Trump aseguró que Estados Unidos está preparado para ayudar a Líbano a la vez que dejó entrever sus sospechas sobre la posibilidad de que se haya tratado de un ataque. Asimismo, París y Teherán mostraron su disposición a asistir al Gobierno libanés, según lo expresado por los ministros de Exteriores Jean-Yves Le Drian y Mohamed Javad Zarif, respectivamente. El Gobierno australiano también ha realizado donaciones a la Cruz Roja y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas por el monto de 2 millones de dólares australianos.