A tan sólo 50 días de los comicios que definirán si Donald Trump permanece en el Salón Oval, el mandatario estadounidense presidió la firma de un acuerdo histórico en la Casa Blanca. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y los ministros de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, acordaron la normalización de relaciones en Medio Oriente.
Para Trump, los denominados “Acuerdos de Abraham” implican un nuevo comienzo para la región. En este sentido, aseguró que hay media docena de países que han mostrado intención de seguir los pasos de los Emiratos y de Bahréin, y así establecer relaciones diplomáticas con Jerusalén. Independientemente de que se sumen o no otros países, el presidente estadounidense ya considera que el acuerdo es una victoria fundamental en el marco de la campaña presidencial.
Según Jared Kushner, yerno y asesor de Donald Trump, la Casa Blanca logró lo que el presidente denominó -vía Twitter- “la Paz en Oriente Próximo” gracias a que crearon un ambiente de confianza mutua entre las partes. Kushner afirmó, también, que se trata del principio del fin del conflicto árabe-israelí. No obstante, el acuerdo parece más una convergencia de intereses entre Israel y las monarquías del Golfo que un giro geoestratégico producto de la amenaza común que representa Irán y el repliegue estadounidense en Medio Oriente.
Para Netanyahu, quien se ha cuidado de detallar el contenido del acuerdo, el impacto del logro diplomático no ha sido suficiente para revertir la falta de apoyo por parte de la población hebrea. La crisis sanitaria y económica no dan tregua en Israel y la visita del primer ministro a los Estados Unidos no ha despertado simpatías entre una ciudadanía que se prepara para celebrar el año nuevo judío bajo un estricto aislamiento social.
Por su parte, los emiratíes han condicionado la firma a la paralización del proyecto de anexión parcial de Cisjordania impulsado por Netanyahu. Sin embargo, los palestinos han acusado a los países árabes de haberlos abandonado a su suerte en la medida en que consideran que el acuerdo beneficia al Estado hebreo.
En una región volátil como Medio Oriente, habrá que aguardar a que el polvo se asiente y el revuelo de la firma del acuerdo haya pasado. Sólo entonces será evidente el éxito o fracaso del mismo. Con el fallido antecedente de Corea del Norte, sin dudas Trump espera poder explotar cualquier ventaja que la jugada diplomática pueda darle en la carrera presidencial que lo enfrenta al demócrata Joe Biden.