El equipo de asesores del primer ministro británico se había congregado en torno al mandatario a fin de impulsar la efectivización de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Ahora la imagen de Downing Street ha caído y Johnson acumula más fracasos que victorias. Ello ha dado lugar al surgimiento de diferencias y rispideces al interior del grupo de asesores que trabajan para el mandatario. Entre ellos, Dominic Cummings, histórico aliado de Johnson, ha anunciado que deja su cargo.
La renuncia de Cummings se suma a la de Lee Cain, asesor de comunicaciones del Gobierno británico, quien dimitió a principios de esta semana. Cain había sido designado Jefe de Gabinete por Johnson pero el rechazo suscitado al interior del número 10 de Downing Street forzó su salida. No obstante, tanto Cummings como Cain permanecerán en sus cargos hasta diciembre, dejando tiempo para que Johnson logre reorganizar a su equipo.
El Partido Laborista que lidera Keir Starmer no ha perdido el tiempo para alzar sus críticas. Fundamentalmente, la oposición considera que los problemas internos del Gobierno socavan los esfuerzos contra la pandemia de coronavirus, siendo el Reino Unido uno de los países europeos más afectados. En sus declaraciones públicas, Starmer afirmó que es tiempo de que tanto el primer ministro como sus asesores se coloquen del mismo lado y trabajen en la resolución de los dos principales problemas que tienen delante: el COVID-19 y la negociación con la UE por el Brexit.
La salida de los asesores más radicales en su postura hacia el Brexit y más controversiales en sus actitudes y desempeño es vista con buenos ojos por un ala del Partido Conservador. En este sentido, una cantidad significativa de tories que integran el Parlamento consideran que sin Cain ni Cummings, Johnson tendrá una oportunidad para restablecer un vínculo de confianza, respeto e integridad con la bancada conservadora del Palacio de Westminster.
Cabe dudar si Johnson logrará recomponer la estabilidad al interior de su equipo o si veremos un desfile de asesores dejar sus respectivos cargos hacia el final de 2020. Sin dudas, el primer ministro británico necesita una victoria en Bruselas o en casa -contra el coronavirus- para volver a conquistar a una desencantada ciudadanía británica.