Mohsen Fakhrizadeh fue asesinado el pasado viernes en una emboscada en las afueras de Teherán. Las investigaciones apuntan a la actividad clandestina israelí dirigida contra el programa nuclear de Irán. Las autoridades iraníes han declarado que habrá represalias por lo que consideran un acto terrorista.
La Unión Europea emitió un comunicado en el que catalogó al hecho de acto criminal e instó a los países de Medio Oriente a ser prudentes y evitar una escalada de las tensiones. En esta misma línea, en Bruselas consideran que un recrudecimiento de la conflictiva relación entre Irán e Israel no favorecería a ninguna de las partes. Desde Washington, la Administración de Donald Trump permaneció en silencio sobre lo sucedido. Idéntica fue la postura del Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Fakhrizadeh era considerado el principal desarrollador del programa nuclear iraní desde la década del 2000. Particularmente, el académico era considerado director del plan Amad por las agencias de inteligencia. El programa de investigación buscaba producir seis cabezas nucleares antes de ser cancelado en 2003.
Críticos de Trump y Netanyahu han subrayado la sincronización del ataque. Se espera que el presidente electo Joe Biden busque restablecer el marco normativo del pacto nuclear impulsado por Obama. Trump violó el acuerdo al imponer sanciones contra Teherán y, en consecuencia, el régimen iraní decidió reanudar sus actividades nucleares suspendidas bajo los términos del pacto.
El presidente iraní Hassan Rouhani aseguró que el gobierno ya vislumbra los cambios en las condiciones globales resultantes del fin de la era Trump. En este sentido, la estrategia consistirá en aguardar a que Biden asuma la presidencia y recién entonces definir el curso de acción a seguir. Sin embargo, Rouhani se enfrenta a una creciente presión doméstica para tomar represalias. El asesinato de Soleimani y las explosiones en centros de investigación tales como el de Natanz integran la lista de ataques recientes contra el país. En dicho contexto, una postura pasiva y prudente no parece ser convincente para los sectores más críticos del régimen.
Biden se enfrenta a una tarea de suma dificultad en la medida en que busca bajar la tensión y reanudar el diálogo con Irán a fin de reducir el riesgo de una escalada militar en la región.