Londres y Bruselas alcanzaron una posición común sobre los términos que regirán el vínculo entre la Unión y el país insular. Entre los puntos centrales se destaca la creación de un Consejo de dirección compuesto por delegados de ambas partes e integrado por 18 comités especializados. La estructura de vigilancia replica, en gran parte, el entramado institucional propio de la comunidad europea.
El anuncio del acuerdo, aún pendiente de aprobación, llega apenas tres días antes de que finalice el período de transición iniciado el pasado 1 de enero, fecha en la que se hizo efectiva la salida británica de la UE. Tras semanas de negociación, Boris Johnson y Ursula Von der Leyen lograron consensuar. No obstante, los términos acordados no son tan ambiciosos como pretendían los veintisiete ni tampoco tan exigentes como los que había propuesto la primera ministra Theresa May durante su gobierno.
Las cuestiones que quedaron por fuera del pacto abarcan la política exterior, defensa y seguridad. Fundamentalmente, las condiciones buscan garantizar la fluidez del comercio -especialmente el intercambio de bienes- entre las partes. Asimismo, se incluye un capítulo sobre cooperación en materia policial y judicial. Por otra parte, se contempla la posibilidad de crear una instancia similar a una Asamblea parlamentaria que reúna a miembros del Parlamento Europeo y del británico.
El texto del acuerdo otorga a Londres la ventaja de contar, de ahora en más, con una relación bilateral directamente con la Comisión Europea y no, en cambio, con cada uno de los Estados Parte de la UE. Ello es así en la medida en que el Consejo de Partenariado que será establecido a raíz del acuerdo, estará facultado para decidir sobre cuestiones vinculadas a comercio, energía, transporte, aduanas, productos sanitarios y fitosanitarios, pesca, propiedad intelectual y compras gubernamentales. Por su parte, los comités especializados trabajarán para supervisar la efectiva aplicación del pacto en sus áreas de competencia.
El acuerdo alcanzado por los equipos de David Frost y Michel Barnier será el puntapié de la relación entre el Reino Unido y la Europa continental entrando en la tercera década del siglo XXI y a largo plazo. Restará observar si las partes logran sacar provecho del potencial del nuevo vínculo que se extenderá sobre el Canal de La Mancha.