La era Biden es una de las grandes incógnitas (y para muchos, esperanzas) de la agenda internacional en este 2021. Para intentar develarlas, conversamos con Nieves Zuberbühler, periodista argentina que trabaja en Estados Unidos y que cubrió la histórica elección presidencial de 2020, para que nos cuente de primera mano las sensaciones de la sociedad estadounidense ante esta nueva etapa. ¿Puede Biden cerrar le grieta que exacerbó Trump? ¿Qué será de la vida política del expresidente? ¿Qué rol tendrán los partidos políticos? ¿Qué podemos esperar de la política exterior de Biden hacia América latina? A continuación, las respuestas a éstas y otras preguntas.
Arrancamos con una difícil. Vos vivís en Estados Unidos, caminás las calles todos los días, sos parte de la sociedad. ¿Cómo creés que Biden podrá cumplir lo que prometió en su discurso de asunción, que será el presidente de todos los estadounidenses, cuando buena parte de la población lo rechaza y, algunos, hasta con violencia? ¿Qué debería cambiar para que esa grieta, que existía, pero exacerbó Trump, comience a desaparecer?
Será sumamente difícil para Joe Biden unificar al país. Donald Trump convenció a millones de seguidores de que las elecciones presidenciales fueron robadas mediante un fraude sistemático. Sus demandas fueron rechazadas por la Suprema Corte de Justicia y por cortes federales en más de sesenta ocasiones. Incluso miembros de su propio gobierno desestimaron estas acusaciones. Sin embargo, para una gran parte de la población, las quejas del ex presidente aún empañan la percepción de Joe Biden como presidente legítimo de los Estados Unidos.
Los gritos de los violentos que irrumpieron en el Capitolio resonaban las acusaciones de Trump, que además habían sido amplificadas por los medios de comunicación conservadores. Creo que la desinformación que consume un alto porcentaje de la derecha norteamericana será un fuerte impedimento para unificar al país. Mientras que medios mainstream como Fox News, Newsmax o OAN continúen repitiendo mentiras y teorías conspirativas disfrazadas de información, el país persistirá dividido. Será clave que Joe Biden trabaje junto con el establishment del partido republicano, pero lograrlo será complicado. Siete de cada diez miembros de ese partido no aceptan los resultados de la elección presidencial, lo que mengua los incentivos de los legisladores republicanos para cooperar con la nueva administración.
Por otra parte, los demócratas también deberían adoptar una actitud conciliadora y dejar atrás el tono moralista y prejuicioso que muchas veces los caracteriza cuando se dirigen al electorado del ex presidente. Donald Trump exacerbó heridas preexistentes que en los cuatro años de su mandato se tornaron más profundas y dolorosas. Primero deben dejar de sangrar para que el país pueda sanar.
Nos trasladamos a 2024. Supongamos que Trump atravesó su segundo impeachment y que no puede volver a presentarse. ¿Cómo pensás que va a encontrar representación esa amplísima porción de la población que lo votó, sobre todo considerando que buena parte lo apoya a él más que al partido republicano?
Pienso que es altamente improbable que Donald Trump quedara descalificado para desempeñar cargos públicos en el futuro. En el caso hipotético de que ocurriera, le resultaría difícil recaudar fondos para promocionar su movimiento y seguir siendo un personaje relevante en el escenario político. Si pudiera lograrlo, utilizaría su poder para forjar alianzas. En las primarias republicanas podría apoyar a candidatos como Ted Cruz o Josh Hawley — que encabezaron la lista de senadores republicanos objetando la certificación de Joe Biden aquel calamitoso 6 de enero. Donald Jr. también tiene ambiciones políticas y la bendición de su padre sería clave para robustecer su popularidad.
¿Cómo analizás el legado Trump? ¿Qué es lo más rescatable? ¿y lo más condenable o cuestionable?
Trump siempre se atribuye el crédito por el crecimiento económico de sus tres primeros años de mandato. La realidad es que cuando él asumió la presidencia la economía ya prosperaba con pujanza, continuando una tendencia que había comenzado durante la administración Obama.
Considero que uno de sus méritos más importantes fue su campaña mundial para proteger las redes 5G del control chino. Logró frenar o retroceder acuerdos de Huawei con países como Australia, Canadá, Francia, el Reino Unido y Singapur. Es una cuestión fundamental para la futura ciberseguridad del mundo entero. En este caso, los métodos agresivos de Trump lograron resultados que una administración más suave no hubiera obtenido.
Pienso que de su menosprecio por la verdad surgen algunos de sus legados más dañinos. Primero, su desacreditación de los medios de comunicación tradicionales, tildando de “fake news” a toda noticia verídica contrapuesta a sus intereses. En segundo lugar, su desdén por las instituciones, testimoniado por su rechazo al veredicto del sufragio que culminó en la irrupción al Capitolio por parte de fanáticos suyos. Estos sujetos intentaban detener el proceso democrático de certificación presidencial por parte del Senado, basados en mentiras acerca de un fraude electoral inexistente. Y por fin, su menosprecio por la verdad científica, evidenciado en su equívoco manejo de la pandemia.
Otro rasgo repudiable de la era Trump que no puedo dejar de mencionar es la validación del racismo y la xenofobia. Hay cuantiosos ejemplos ilustrativos, entre ellos el veto migratorio a viajeros provenientes de once países de mayoría musulmana y el abrazo a grupos supremacistas blancos.
¿Considerás que Biden podrá conformar al ala más de izquierda de su partido teniendo en cuenta su perfil más de «centro»? ¿Cómo ves el futuro del partido republicano, luego del aluvión Trump?
Mientras que los republicanos controlaban el poder ejecutivo y el senado, las diferencias ideológicas dentro del partido demócrata eran principalmente simbólicas. Pero ahora, con Joe Biden en la presidencia y mayoría demócrata en ambas cámaras del congreso, el ala más progresista del partido se encuentra envalentonada y decidida a aprovechar la oportunidad para plasmar sus ideas en leyes concretas. Contrariamente, el centro intenta imponer una agenda moderada y capturar a los republicanos desencantados con Trump. Ambos bloques son igualmente poderosos, pero buscan objetivos opuestos. Será complicado para Joe Biden conformar a todos.
El futuro del partido republicano tampoco es luminoso. Incluso antes del asalto al Capitolio las divisiones internas costaron los dos escaños del senado por Georgia. La retórica de Trump sobre el fraude electoral fue demasiado lejos, desencadenó aquel lamentable acontecimiento en el que murieron cinco personas y para una fracción del establishment republicano se tornó inaceptable pertenecer a un partido liderado por Donald Trump.
Sin embargo, la popularidad que posee Trump entre decenas de millones de estadounidenses le otorga un poder extraordinario y obstruye la posibilidad de que asciendan nuevos candidatos a la presidencia dentro del partido. Muchos políticos republicanos no se animan a soltar su mano y prefieren en vez prenderse a su empuje. Encontrar líderes que logren sanar la brecha interna, representar a los republicanos tradicionales y además incorporar la base de Trump será un desafío prácticamente imposible.
Cubriste esta última elección, estuviste en la calle todo el tiempo transmitiendo cómo se vivía un momento clave de la historia del país. ¿Qué es lo que más vas a recordar de esta cobertura histórica?
El martes 3 de noviembre, el día de las elecciones, trabajé desde Wilmington, Delaware, ciudad en la que se encontraba Joe Biden. Fue una noche larga. Al día siguiente como aún no había un claro ganador, me trasladé a Filadelfia, Pensilvania, porque sabía que allí se definiría la contienda. Y así fue. Lo que nunca imaginé fue que tardarían cinco días en enunciar al candidato ganador. Me quedé plantada en Filadelfia y fue una experiencia inolvidable.
El sábado 7 los medios finalmente otorgaron el estado de Pensilvania a Biden, que de esta forma logró superar los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para la victoria. Los días previos a esta declaración, se llevó a cabo el escrutinio de votos en el Centro de Convenciones de Filadelfia y afuera se congregaron manifestantes de ambos candidatos.
En una vereda se encontraban los seguidores de Trump, que aseguraban que los demócratas les estaban robando la elección y que allí dentro, en ese mismo edificio, estaban plantando votos inexistentes de inmigrantes ilegales. En el lado opuesto de la calle se manifestaban los seguidores de Biden, que reclamaban que se cuente la totalidad de los votos, y que no descarten aquellos enviados por correo o provenientes de barrios mayoritariamente inmigrantes. También afirmaban que la campaña de Trump intentaba frenar el cómputo de votos para así robar la elección. Todos estaban convencidos de que “los del otro lado de la calle” eran estafadores. Fue visualmente impactante presenciar en vivo la polarización del país.
La inmigración es uno de los grandes temas de la agenda política estadounidense. ¿Cuál es la percepción del ciudadano local, el nativo, sobre este problema?
La inmigración es un tema polémico y muy partidario, especialmente porque en los últimos años los republicanos se han volcado aún más hacia la derecha en esta cuestión y prefieren una política inmigratoria más restringida. De todas maneras, la inmigración es uno de los cimientos de esta nación. En los Estados Unidos viven más inmigrantes que en cualquier otro país del mundo. Con la importante excepción de aquellos que descienden de poblaciones nativas o de africanos que fueron traídos como esclavos, la vasta mayoría de los ciudadanos puede rastrear al menos parte de su ascendencia a un inmigrante.
El concepto de inmigración caracteriza la identidad misma de los norteamericanos, robustece la idea de este país como tierra de oportunidades para el mundo entero y los valores de libertad y dinamismo. Por eso según las encuestas aproximadamente un 75% de la población cree que los inmigrantes son un factor positivo para los Estados Unidos.
Obama no pudo hacer ganar a Hillary Clinton. Trump no pudo revalidar su mandato. ¿A qué creés que se debe? ¿En el día a día se percibe un descontento social que pueda explicar esta alternancia y este fracaso de los oficialismos?
Creo que fueron dos elecciones muy diferentes. Obama fue reelecto en el 2012 y luego de terminar su segundo mandato patrocinó la candidatura de Hillary Clinton. Pero Clinton no es Obama. Ella no es una figura querida. Aún así ganó el voto popular y quizás si se hubiera presentado un candidato diferente por el partido demócrata, habría ganado la elección. En el caso de Trump, pienso que, si no hubiera manejado la pandemia de una forma tan terrible, probablemente habría ganado la elección.
Un rasgo no tan visible, al menos desde estas latitudes, de la campaña 2020 fue el rol que jugaron los medios de comunicación, que se metieron en la grieta como nunca antes. Vos, como comunicadora que lo vivía diariamente, ¿qué reflexión hacés? ¿Cuánto de eso que sucedió en los medios pudo haber exacerbado la violencia en las calles?
Muchísimo. El mapa de medios en los Estados Unidos es un reflejo del escenario político, se encuentra extremadamente polarizado. Los datos y las verdades publicadas son completamente diferentes dependiendo de qué medio utilicemos para informarnos.
Por un lado, hubo medios convencionales que difundieron y validaron teorías conspirativas y mentiras sobre el fraude electoral. Tal como aseveró el mismo Mitch McConnell, estas mentiras desencadenaron en la violencia de aquellos que irrumpieron en el Capitolio con el objetivo de “defender la democracia”. En ese sentido, fue decisivo el papel de las redes sociales, no sólo para divulgar desinformación sino también para conectar a los miembros de la audiencia y permitir que se organicen antes de efectuar su plan.
Ante cada cambio de presidente en Estados Unidos, siempre desde nuestra región empezamos a elucubrar sobre si nos irá mejor o peor, si nos conviene o perjudica. Lo cierto es que, generalmente, siempre todo sigue igual. ¿Creés que Biden, muy conocedor de la región, puede poner los ojos en América latina más allá de México, de manera genuina o al menos para contrarrestar el avance de China (y en menor medida de Rusia) en nuestros países?
Sí, definitivamente. La política exterior de Biden es opuesta a la “America First” de Trump. En su primer día como presidente Biden firmó decretos presidenciales para regresar a la OMS y al Acuerdo de Paris. Más allá de la importancia real de estos hechos, son gestos simbólicos muy fuertes. Tras cuatro años de aislamiento y antagonismo, Biden promete restaurar el liderazgo global de los Estados Unidos.
Otra demostración importante fue la elección de Anthony Blinken como secretario de estado. Es un ferviente defensor de los derechos humanos en el mundo entero, aboga por la cooperación internacional y cree en una política exterior comprometida. Su ideal de los Estados Unidos como faro mundial de libertad y democracia está definido por su propia historia de vida. El padrastro de Blinken encontró refugio en Estados Unidos después de sobrevivir cuatro años en campos de concentración durante el Holocausto. La agenda que llevó a cabo Blinken como subsecretario de estado durante el gobierno de Obama indica que su objetivo es aumentar la participación de los Estados Unidos en el escenario geopolítico general y también en la región latinoamericana.
El asalto al Capitolio dejó una muy pobre imagen de la institucionalidad de Estados Unidos, el paladin de la democracia. ¿Creés que hay algo contenido en la sociedad, que puede hacer que esto vuelva a pasar? ¿O fue algo completamente excepcional, en lo que el presidente Trump tuvo mucho que ver?
Desde mi perspectiva, a pesar del siniestro ataque al Capitolio, la democracia norteamericana demostró ser más fuerte: ni las infundadas acusaciones de fraude por parte de Donald Trump, sus esfuerzos por corromper el sistema electoral, o los violentos que asaltaron la mismísima Casa del Pueblo lograron detener el proceso democrático de certificación de Joe Biden como presidente. Las instituciones norteamericanas fueron puestas a prueba como nunca antes, y triunfaron. No obstante, los grupos extremistas que realizaron la insurrección no desaparecieron. Trump continúa sin conceder la elección y denunciando estafa. Lamentablemente, las condiciones están dadas para que se repitan acontecimientos de esta índole.
NIEVES ZUBERBÜHLER es periodista y ganadora de un Premio Emmy por su trabajo en 60 Minutes, emblemático programa de la cadena de televisión norteamericana CBS. Comenzó su carrera en Argentina estudiando Comunicación Social en la Universidad Austral, donde se recibió con la Medalla de Oro al mejor promedio. Luego realizó un Máster en Relaciones Internacionales y Periodismo en la Universidad de Nueva York y hoy trabaja en diferentes medios sitos desde Nueva York hasta Buenos Aires.