El viernes pasado el Kremlin expulsó a representantes diplomáticos de Berlín, Varsovia y Estocolmo mientras se llevaba a cabo la visita de Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Los diplomáticos europeos fueron acusados de participar en las protestas en las que cientos de manifestantes mostraron su apoyo a Alexei Navalny. La decisión del Gobierno de Putin fue anunciada mientras Borrell se encontraba reunido con su contraparte, el ministro de Relaciones Exteriores Serguéi Lavrov.
Ante el calculado desplante del Kremlin, los tres países informaron de forma simultánea que tres diplomáticos rusos -uno en cada país- fueron declarados persona non grata. Desde Moscú, el portavoz del ministerio que lidera Lavrov denunció la injerencia occidental en los asuntos internos de Rusia y declaró que la expulsión de sus funcionarios es infundada y hostil.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de 1961, establece en su artículo 9 que todo Estado tiene derecho a comunicar a otro que sus representantes no son bienvenidos sin obligación de informar los motivos en los que se apoye la decisión. No obstante, el escueto comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores alemán incluyó la justificación: constituye una respuesta a la decisión que tomó la Federación Rusa el pasado 5 de febrero. Además, aseguraron que el diplomático alemán solamente ejercía como observador de los sucesos ocurridos en el país por medios legales. En Suecia y Polonia, el anuncio de la expulsión de los diplomáticos del Kremlin fue realizado vía Twitter. En ambos casos se subraya que los funcionarios expulsados de Rusia se encontraban ejerciendo su deber al amparo de la Convención de Viena.
Detrás de las provocaciones yace la disputa en torno a la situación del opositor ruso Alexei Navalny. Moscú insiste en que la UE interfiere en sus asuntos internos cada vez que un Jefe de Estado, de Gobierno o funcionario insta al país a poner en libertad a Navalny. Más de una docena de diplomáticos asistieron al juicio del opositor envenenado en 2020, celebrado hace una semana. A su vez, algunos de ellos participaron de las manifestaciones contra el encarcelamiento preventivo de Navalny, dos semanas atrás.
Por su parte, la simultaneidad en la respuesta de los países de Europa sugiere que Bruselas intentará mostrarse unida fentre a Rusia. En este sentido, parece posible que se adopte una postura más dura, como la que propugnan Polonia y los países del Báltico. Ahora es el turno del Parlamento Europeo de decidir el próximo paso. Borrell comparecerá hoy ante los eurodiputados para informar sobre su visita a Moscú.