La salida de los jefes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea profundiza la crisis de Gobierno que atraviesa el país. Esta misma semana, el presidente Jair Bolsonaro pidió la renuncia de seis de sus ministros. La dimisión en bloque de la cúpula castrense responde a la destitución sorpresiva del ministro de Defensa, Fernando Azevedo. Asimismo, hay denuncias sobre la presión ejercida por el presidente para que los líderes de las tres fuerzas tomen partido en su favor en medio de la crisis política y sanitaria.
Bolsonaro, militar retirado de 65 años, buscaba hace meses el apoyo de los militares en sus batallas políticas principalmente contra los gobernadores de los Estados federales. Por su parte, el exministro Azevedo y la cúpula militar sostenían la independencia de las Fuerzas Armadas ante el Ejecutivo. A su vez, la preocupación por las tendencias autoritarias demostradas por el mandatario se hizo patente dentro del ala castrense del ministerio de Defensa cuando en un discurso del 8 de marzo, Bolsonaro se refirió al Ejército como suyo.
Desde la restauración de la democracia, ningún presidente brasileño había incluido tantos miembros de las Fuerzas Armadas en su Gabinete como lo ha hecho Jair Bolsonaro. A pesar de que ha dedicado gran parte de su carrera a promover los intereses corporativos de los militares de menor rango y la policía militar, su relación con los generales y otras figuras jerárquicas siempre ha estado atravesada por el recelo.
El presidente ultraderechista ha abierto la mayor crisis de Gobierno desde que llegó al Palacio de Planalto hace dos años. Este lunes, Bolsonaro destituyó a seis de sus ministros, entre los que se destacan los de Relaciones Exteriores, Defensa y el Secretario de Gobierno. Además, los ministerios de Salud y Educación ya suman cuatro titulares en lo que va de la presidencia. Aunque se trata de un intento por contener el desgaste político y el descontento social, las turbulencias en el Gabinete llegan en un momento más que inoportuno. Brasil es el país más golpeado por la pandemia, la red sanitaria está desbordada, y las muertes y contagios no dan señales de desaceleración. A ello se suma la vuelta del expresidente Lula da Silva a la vida política.