Serguéi Shoigu, ministro de Defensa de Rusia, aseguró que Nicaragua, Cuba y Venezuela necesitan, más que nunca, el apoyo de Moscú. Aunque no aclaró si los socios de Rusia en Latinoamérica solicitaron ayuda, el ministro sí se refirió al apoyo militar que el Kremlin ha proveído en otros años.
De acuerdo con Shoigu, los países latinoamericanos se encuentran bajo diversas formas de presión, incluida la amenaza del uso abierto de la fuerza militar. Es así que el apoyo ruso se vuelve fundamental. A su vez, el ministro aludió a las capacidades de Moscú para contribuir a la lucha contra el crimen organizado en América Latina.
El anuncio ruso tuvo lugar en una conferencia sobre seguridad internacional celebrada en el día de ayer en la capital rusa. Ese mismo día, pero en Washington, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado aprobó la ley que impone sanciones al régimen nicaragüense de Daniel Ortega. Además de expulsar al país centroamericano del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica (CAFTA), la legislación contempla la posibilidad de investigar las actividades e intereses de Rusia en el país.
El régimen de Managua construyó una estrecha relación con Moscú tras el regreso de Ortega al poder en 2007. En este sentido, Nicaragua respaldó las políticas de Putin en Europa del Este -en la cuestión relativa a Georgia y en la crisis de Ucrania- y criticó las sanciones de los países occidentales contra el Kremlin.
Por su parte, Rusia financió la construcción de un centro de entrenamiento militar orientado a la lucha contra el narcotráfico y proveyó ayuda para los proyectos de fortalecimiento y modernización del Ejército. Además, el Kremlin ofreció fondos para la reconstrucción tras desastres naturales. Más recientemente, Rusia ha enviado equipamiento militar en el marco de un acuerdo de cooperación entre ambos países.
Las declaraciones del ministro de Defensa ruso podrían alertar aún más a la Administración Biden, que podría verse obligada a repensar su estrategia. Actualmente, la política de Estados Unidos hacia Centroamérica -con un claro foco en la crisis migratoria- está en manos de la vicepresidente, Kamala Harris.