Kaïs Saied, el presidente tunecino, suspendió las actividades del Parlamento y destituyó al primer ministro, Hichem Mechichi. El mandatario electo en 2019 ha aprovechado la crisis que atraviesa el país para hacer su jugada. Apoyándose en el artículo 80 de la Constitución, Saied se consideró habilitado a tomar medidas excepcionales. Ennahda, el principal partido de oposición, calificó lo sucedido como “golpe de Estado”.
La decisión del presidente fue anunciada luego de una jornada de manifestaciones en demanda de la disolución del Parlamento y la reforma del sistema político. En la capital, la policía dispersó a los manifestantes que protestaban en la sede de la Asamblea Popular. En otros puntos del país, las manifestaciones derivaron en destrozos en las sedes de Ennahda. El partido ha ocupado, en alguna medida, todos los Ejecutivos desde la revolución de 2011 en adelante. Es así que la ciudadanía lo identifica como el partido del establishment.
Tras el anuncio de Saied, miles de personas salieron a la calle para mostrar su apoyo. Las celebraciones violaron el toque de queda vigente entre las 20 y las 5 de la mañana, que busca contrarrestar el avance del coronavirus mientras los hospitales se encuentran desbordados. No obstante, las fuerzas de seguridad permitieron la circulación.
Por último, durante su alocución transmitida por la televisión pública, Saied advirtió que cualquier individuo que tome el camino de la violencia se enfrentará a las Fuerzas Armadas. A su vez, el Jefe de Estado anunció la suspensión de la inmunidad parlamentaria de la totalidad de los diputados. Aún no hay indicios sobre la estrategia de Saied ni de los partidos que integran el Poder Legislativo en la crisis constitucional abierta por el presidente.