A un año de la explosión en el puerto de Beirut que dejó dos centenares de fallecidos e innumerables daños económicos, el país de Medio Oriente puso en manos del suní moderado Nayib Mikati la responsabilidad de formar el gobierno que empiece a diseñar la recuperación. Hoy en día, Líbano está transitando una crisis económica y política de grandes dimensiones, solo equiparable a la sufrida en la guerra civil.
Mikati ya fue primer ministro en 2005 y 2011, por lo que ya conoce de qué se trata la misión. Luego de un año de infructuosas negociaciones para formar gobierno, en buena parte debido a la imposibilidad de generar consensos entre las 18 comunidades étnicas y religiosas del país, Mikati logró el voto de investidura de 72 de los 118 diputados del Parlamento.
El país hoy se encuentra en una situación de desabastecimiento. Cuesta encontrar combustible y medicamentos, entre otras cosas. Los servicios públicos están muy deteriorados y acecha la inflación. El empresario fue claro sobre cuál será la medida inicial de su gobierno: tomará la recomendación de la comunidad internacional, que propuso que Líbano incorpore un gabinete técnico bajo la guía del Fondo Monetario Internacional.