El economista Rodrigo Chaves Robles se impuso ante el expresidente Figueres en la segunda vuelta electoral del último domingo. A pesar de las acusaciones de acoso sexual y su discurso controversial, el candidato de 60 años consiguió la victoria en unos comicios marcados por la abstención. Tan solo una quinta parte de la población costarricense se inclinó por Chaves Robles, quien hace dos años atrás no era siquiera una figura política.
Luego de un escándalo de acoso sexual, el presidente electo vio terminada su carrera en el Banco Mundial en 2019. Ese mismo año, el presidente costarricense Carlos Alvarado lo nombró ministro de Hacienda. Chaves Robles duró apenas seis meses en el cargo antes de ser destituido. Su casi nula experiencia política se convirtió en un activo ante los votantes, desencantados con la clase política.
El traspaso de mando está pautado para el próximo 8 de mayo. A partir de esa fecha, el nuevo presidente de Costa Rica deberá hacer realidad sus promesas de campaña. Aunque el país presenta indicadores sociales exitosos, aún está atravesado por profundas desigualdades. Así, Chaves deberá hacer frente a un clima de marcado desencanto político y a las necesidades económicas de gran parte de la población.
El desconocimiento que pesaba sobre el candidato del Partido Progreso Social Democrático fue contrarrestado gracias a su alianza con Pilar Cisneros. La periodista y presentadora de televisión trabajó durante años en el principal canal del país, con dos apariciones diarias que la hicieron conocida por sus críticas contra la clase política. Cisneros consiguió una banca legislativa que ocupará a menos que sea convocada para integrar el equipo de Gobierno.
Ahora, Chaves Robles deberá hacer valer su victoria y demostrar que su Gobierno está a la altura de las necesidades de Costa Rica. El nuevo presidente deberá bajar el precio del arroz hasta hacer que el país vuelva a ser el más feliz del mundo, tal como prometió -en tono trumpista- en la previa del ballotage.