Este domingo los franceses acudieron a las urnas para definir quién gobernará durante los próximos cinco años. Los resultados de la primera vuelta devuelven al país galo al mismo escenario de 2017: el actual presidente, Emmanuel Macron, y la líder del partido de extrema derecha Front National, Marine Le Pen, deberán enfrentarse en el ballotage el 24 de este mes.
La ventaja de Macron sobre su rival le da esperanzas pero al mismo tiempo, no es una distancia irreversible. Con el 97% de los votos escrutados, el mandatario obtuvo el 27,6% de los votos y Le Pen un 23,4%. Por lo tanto, durante las próximas dos semanas el presidente deberá convencer a aquellos franceses desencantados con su gestión.
Más allá de los candidatos que disputarán la presidencia a fin de mes, las elecciones francesas estuvieron marcadas por el voto útil. La derecha moderada y la izquierda moderada se inclinaron por Macron mientras que los simpatizantes del ultraderechista Éric Zemmour votaron en favor de Le Pen. Por otra parte, la izquierda más reacia al centro concentró su voto en Jean-Luc Mélenchon.
Dada la fuga de votos hacia el Front National, Zemmour obtuvo un pobre 7,05%. No obstante, los más golpeados fueron los partidos tradicionales: Valérie Pécresse, candidata de Los Republicanos, consiguió un 4,7% y Anne Hidalgo, del Partido Socialista, un 1,7%. Entre ellas se ubicó Yannick Jadot, candidato por el partido ecologista, quien obtuvo un 4,5%.
Hasta ahora, Hidalgo, Jadot y Pécresse llamaron a votar por Macron en la segunda vuelta. Solamente Zemmour dio su apoyo a Le Pen. El 24 de abril será diferente al 7 de mayo de 2017 porque los candidatos -aunque iguales- han cambiado. Por un lado, Le Pen suavizó su imagen y discurso, permitiendo que algunos franceses la consideren seriamente para presidir la nación. Por otro lado, Macron ya no cuenta con la ventaja de la novedad, sino que debe convencer al electorado apoyándose en los éxitos de su gestión pero reconociendo el camino que aún resta recorrer.