En 2021 se reveló que el sistema de espionaje informático israelí, Pegasus, había sido utilizado por algunos gobiernos contra otros. Desde entonces, el clima de sospecha e incertidumbre no se ha disipado. Recientemente, se dieron a conocer los resultados de las investigaciones preliminares ordenadas por países como España, Francia y el Reino Unido, entre otros.
Madrid anunció que tanto los teléfonos móviles del presidente Pedro Sánchez como el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, fueron intervenidos utilizando el programa de origen israelí. En Francia, el propio presidente Emmanuel Macron, algunos de sus ministros y sus respectivos equipos habrían sido objeto de un ataque masivo en 2019. Al otro lado del canal de la Mancha, los servicios de seguridad británicos investigaron un gran número de celulares afectados pertenecientes al staff de las oficinas del primer ministro Boris Johnson. Aparentemente, en el Gobierno del Reino Unido sólo habrían sido víctimas de un hackeo los teléfonos de cinco funcionarios de la oficina de Asuntos Exteriores.
La herramienta de espionaje fue desarrollada por la compañía NSO y en teoría solamente es comercializada para clientes gubernamentales y agencias oficiales. De hecho, la empresa israelí declaró que el propósito del spyware es contribuir a la lucha contra amenazas terroristas y el crimen organizado. Además de los políticos, entre las víctimas de los ataques también se cuentan decenas de periodistas y activistas por los derechos humanos.
Respecto de los compradores de Pegasus, durante el año pasado el Gobierno alemán confirmó ante una comisión parlamentaria que la policía federal contaba con acceso al sistema en casos puntuales. Asimismo, la Oficina Central Anticorrupción de Polonia adquirió la herramienta con fondos del ministerio de Justicia hace ya cinco años. Incluso en Israel Pegasus ha sido implementado para controlar a los miembros de la oposición, antiguos empleados públicos y activistas durante el Gobierno de Benjamin Netanyahu. Por último, aunque no hay confirmación oficial, es muy probable que el Gobierno de Viktor Orbán también haya comprado el sistema de espionaje.
Hasta el momento, la mayor parte de la información revelada se deriva de las investigación que lideró Amnistía Internacional junto a un grupo de medios de comunicación, en el marco del denominado Proyecto Pegasus y bajo el paraguas del consorcio de periodismo de investigación Forbidden Stories.