Este miércoles, el primer ministro italiano Mario Draghi se vio obligado a presentar su dimisión. El Parlamento italiano confirmó la falta de apoyos del premier. En particular, fueron los partidos de derecha -Forza Italia y La Liga- los que dieron el último empujón al gobierno del cual formaban parte. Ambas fuerzas y el Movimiento 5 Stelle rechazaron el voto de confianza que buscaba dar un nuevo aire a Draghi. De este modo, se puso fin a casi dos años de mandato en los que el país había conseguido volver a jugar un rol activo e importante en la comunidad internacional.
Más allá del procedimiento institucional, hay expectativas acerca de las decisiones que tomará el presidente italiano. Por un lado, puede salvaguardar las reformas ya iniciadas por el Ejecutivo liderado por Draghi. Esto le permitiría preservar la estabilidad hasta que deba tratarse la ley de presupuesto 2023, a fines de octubre. Por otro lado, podría llamar a elecciones anticipadas que se celebrarían entre fines de septiembre y principios de octubre.
El jueves de la semana pasada Draghi había presentado su renuncia y el presidente italiano la había rechazado. Además, el primer ministro recibió pedidos para permanecer en el poder desde Bruselas, Washignton y Kiev. La presión para continuar al mando del país y las demostraciones de apoyo popular de los últimos días surtieron efecto y Draghi optó por someter su permanencia a consideración del Parlamento.
Finalmente, fue la ambición política de los partidos de derecha -ansiosos de sacar rédito en un contexto electoral anticipado- que terminó expulsando a Draghi de la jefatura de Gobierno. Italia vuelve a encontrarse a las puertas de una crisis política, donde no hay candidatos evidentes y la negociación parlamentaria para construir apoyos se vislumbra sumamente ardua.