La coalición conservadora, posfacista y populista liderada por Giorgia Meloni consiguió la victoria en Italia. La fuerza de ultraderecha obtuvo el 44% de los votos tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. Con este resultado, y a pesar del récord de abstención, Meloni se encamina a ser la nueva primera ministra ya que la coalición cuenta con mayoría absoluta en ambas cámaras. La votación fue provocada por la prematura salida de Mario Draghi en julio pasado.
Meloni, que podría convertirse en la primera mujer en ocupar la Jefatura de Gobierno en el país, logró traccionar votos con una campaña signada por los discursos encendidos. Sin embargo, tras haberse conocido el resultado, ofreció una conferencia de prensa en la que se mostró en una postura mucho más institucional. La líder de los Hermanos de Italia subrayó que gobernará para todos los italianos y asumirá la responsabilidad de hacer frente a los complejos desafíos a los que se enfrentan Italia y la Unión Europea.
El apoyo a la coalición ultraderechista se deriva del malestar y el desencanto con la política así como también la necesidad de apoyarse en una alternativa nueva, que no esté desgastada por los fracasos de gobiernos anteriores. A su vez, la abstención indica que aunque no toda la ciudadanía comulga con las posturas de extrema derecha, tampoco están preocupadas por su ascenso al poder.
Aunque la victoria electoral no se traduce directamente en la designación de Meloni como primera ministra, sí contribuye a la consolidación de la oleada derechista en Europa. En el contexto marcado por la guerra en Ucrania, cabe preguntarse si el futuro Gobierno aspirará ocupar un rol más preeminente en la mesa de grandes líderes del bloque europeo. Por el contrario, podría optar por abocarse a resolver los desafíos internos y mantener una postura alineada a las directrices de París, Berlín y Bruselas.