Una serie de protestas se concentró en las provincias sudafricanas de Gauteng y KwaZulu-Natal, a pesar de los pedidos de calma por parte de funcionarios nacionales y del despliegue del Ejército en apoyo de las fuerzas policiales. El presidente, Cyril Ramaphosa, declaró que la violencia y los disturbios no tienen precedente en las casi tres décadas transcurridas desde la caída del régimen del apartheid.
Al momento, más de 70 personas resultaron víctimas fatales, incluido un adolescente de 15 años. A su vez, más de 750 individuos fueron arrestados y cuatro policías resultaron heridos. Cele también advirtió que las protestas y el bloqueo de las principales autopistas podrían afectar la oferta de medicamentos y alimentos en todo el país.
El epicentro del descontento es la provincia de KwaZulu-Natal, donde residía el expresidente Jacob Zuma. Allí, bancos, comercios y estaciones de servicio cerraron. En Durban, la ciudad más poblada de la provincia, múltiples negocios fueron saqueados y un número de trabajadores de la salud fueron atacados.
El lunes, Ramaphosa compareció ante la población en cadena nacional. El mandatario instó a la ciudadanía a ser respetuosa de la ley. Se trató de la segunda alocución consecutiva por parte del jefe de Estado. Un día antes, el presidente sudafricano había anunciado la extensión de las medidas destinadas a contener la tercera ola de contagios de coronavirus.
La Corte Suprema sentenció a Zuma a 15 años de prisión por desacato. El fallo responde a la negativa del exmandatario para presentar evidencia en una investigación por corrupción que culminó en 2018. La pesquisa aludía a crímenes de corrupción cometidos durante los nueve años en que Zuma ocupó la presidencia. Hace tres años, Ramaphosa derrocó a Zuma tras haber tomado el liderazgo del partido gobernante -el Congreso Nacional Africano- en 2017.