Se viven horas decisivas en Venezuela. Luego de la ofensiva que hoy muy temprano lanzó Juan Guaidó para quebrar al régimen de Nicolás Maduro ya nada será igual. El presidente interino se ha jugado entero su futuro: o se transforma en el líder indiscutible de la era post chavista o termina preso en una cárcel de Maduro, quien si logra vencer este levantamiento popular quedará más fortalecido.
Luego de haber sido muy efectiva al inicio, la estrategia que Guaidó había puesto en marcha a mitad de enero parecía destinada al fracaso. Haber sido reconocido por mas de 50 paises como presidente interno fue un golpe durisimo contra Maduro. También haber unificado el liderazgo de la oposición que permitió importantes movilizaciones populares. Sin embargo, Maduro se repuso y volvió a controlar la situación por dos razones: mantuvo la fidelidad de las fuerzas armadas y la oposición se fue desinflando.
La operación de Guaidó, tan arriesgada como inesperada, intenta romper la parálisis opositora de las últimas semanas: tratarán de dirimir en las calles el futuro de Venezuela. Para eso liberó al dirigente opositor Leopoldo López, en arresto domiciliario desde julio de 2017 tras ser condenado a 13 años de prisión, y juntos, rodeados de un grupo de uniformados armados a las puertas de la base aérea de La Carlota llamaron a la población y a los soldados a rodear esas instalaciones y a poner en marcha la que considera la fase final de su desafío al chavismo, que ha denominado Operación Libertad.
La novedad, que no es menor, es que parece que esta vez un sector de las fuerzas armadas se unió a la oposición. Por eso ahora, el resultado de esta pulseada dependerá del tamaño de ese apoyo. Esto no tardará en saberse ya que habrá que observar la profundidad de la represión. Como siempre se dijo, en este tipo de conflicto interno, las fuerzas armadas cumple un rol principal.
El Gobierno de Maduro respondió a este golpe de efecto movilizando de inmediato a las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y la Guardia Nacional para bloquear los accesos a la base de La Carlota. Maduro también aseguró que tiene el apoyo de los comandantes de toda el país, “quienes me han manifestado su total lealtad al pueblo, a la Constitución y a la patria. Llamo a la máxima movilización popular para asegurar la victoria de la paz. ¡Venceremos!“.
Por su parte, el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, hizo un llamamiento a los simpatizantes y a los llamados colectivos, en la práctica grupos de paramilitares armados, a movilizarse y proteger a Maduro. “Invitamos a todo el pueblo, a los motorizados, colectivos, milicianos a que se vengan a Miraflores a defender la revolución”.
Otro elemento clave será medir la constancia de las marchas opositoras que serán duramente reprimidas. Si la oposición logra mantener las presión en las calles a pesar de la violencia, puede ir debilitando a las fuerzas armadas que aún son leales a Maduro que en algún momento pueden tomar conciencia de la inconveniencia de seguir sosteniendo a Maduro. El costo a pagar podría ser altísimo.
También hay que tener en cuenta la presión internacional. La ofensiva de Guaidó ha sido rápidamente apoyada por Estados Unidos, Colombia, Brasil y Argentina. También por el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Ninguno quiere a Maduro pero tampoco que se desate una guerra civil abierta porque eso puede derivar en una tremenda crisis humanitaria que repercuta en la región, sobre todo en los países vecinos. También se pueden recalentar las relaciones con los países que apoyan a Maduro, sobre todo Rusia y China.