Semanas atrás contamos que el coronavirus, de consecuencias devastadoras para la salud de la población de gran parte del mundo y para la economía del planeta, estaba generando consecuencias positivas para un actor: el planeta.
Sucede que el confinamiento social obligatorio impuesto en buena parte del mundo generó un drástico descenso en el uso de medios de transporte, de todo tipo, como así también el parate de fábricas e industrias contaminantes. ¿La consecuencia? Niveles de contaminación tan bajos que sorprenden, aire más puro y aguas más cristalinas.
Pero todo esto trajo una consecuencia más: el silencio abrumador en buena parte de las grandes ciudades del mundo ha generado que animales salvajes que habitan cerca se animen a trasladarse a los centros urbanos. Así, por ejemplo, se han visto cabras en ciudades galesas, ciervos en Japón, macacos en Tailandia, o pumas en Santiago de Chile, por solo citar algunos casos. Ante el silencio, los animales deciden explorar territorios desconocidos.
Con información de: DW.