Por Zoom Internacional / @ZoomInter
Luego de un lustro en el que predominaron gobiernos de corte de centroderecha en la región, que incluyó los casos de Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil, Ecuador, Perú, Uruguay y Colombia, el mapa actual muestra un viraje hacia el lado izquierdo del espectro político.
Las renovaciones presidenciales en Argentina en 2019, con el regreso del peronismo al poder, en Bolivia en 2020, luego del cuestionado gobierno de Jeanine Añez Chávez, y en Perú en 2021, con la sorpresiva llegada de Pedro Castillo a la primera magistratura, marcaron el camino de lo que puede ser un regreso a los primeros lustros del siglo: la “Patria grande” latinoamericana. Sobre el final de dicho año, Gabriel Boric, de corte netamente izquierdista, puso a Chile ante un enorme interrogante, luego de funcionar durante décadas entre dos gobiernos de centro, uno más de izquierda y otro más de derecha. Ya en 2022, Xiomara Castro devolvió a la centroizquierda el poder de Honduras. Venezuela, Cuba y Nicaragua, con gobiernos autocráticos de izquierda, son los líderes por excelencia de esta situación. Por su parte, el regreso de Lula a la política y la caótica situación sanitaria generada por el desmanejo de la pandemia por parte del presidente Bolsonaro, ponen a Brasil muy cerca de hacer su aporte, a partir de las elecciones que tendrán lugar en octubre de este año y que podrían poner al mismo Lula al frente del país nuevamente.
Colombia puede transformarse en un caso emblemático de este viraje, siempre y cuando el ex FARC Gustavo Petro se imponga en la segunda vuelta electoral, que tendrá lugar el próximo domingo 19. Petro, de izquierda, revolucionario, vinculado a las épocas de mayor violencia del país, obtuvo la victoria en la primera vuelta, con el 40% de los votos, frente al 28% de su competidor en el balotaje, el empresario Rodolfo Hernández.
Si bien parece difícil, porque el techo electoral de Petro no parece muy lejano al 40% ya obtenido, su eventual triunfo en esta segunda vuelta marcaría un antes y un después en la región. En Colombia nunca ha gobernado la izquierda. El conservadurismo y el liberalismo han gobernado siempre el país, a excepción de los intervalos dictatoriales.
El país caribeño, como sucedió en Chile y en Perú, se enfrenta a una bifurcación de rutas que conducen a destinos completamente lejanos. Izquierda vs derecha, estado vs mercado. En el caso colombiano, un triunfo de Petro marcaría un cisma, un punto de inflexión, para el país, pero también para la región. Para el país, porque daría un paso hacia lo desconocido. Ser conducido por una visión claramente de izquierda y, más relevante aún, por un exponente de la organización terrorista que tanto daño generó a la sociedad colombiana. Por supuesto, el solo hecho de que esto sea posible, habla a las claras de un fracaso estrepitoso del conservadurismo para hacer frente a las demandas sociales durante las últimas décadas, y para controlar la violencia con la que convive el país desde hace tantos años. Casi el 70% de los votantes eligió una opción alternativa al conservadurismo que lleva décadas gobernando el país sudamericano, todo un dato. A pesar del acuerdo establecido con las FARC durante el gobierno de Juan Manuel Santos, que recibió tantas voces a favor como en contra, la violencia no ha dejado de ser protagonista en el país. El proceso electoral ha convivido con el asesinato de líderes sociales, activistas ambientalistas, y exmiembros de las FARC. Los grupos armados ilegales están vigentes. Con las FARC comprometidas en el proceso democrático, el Ejército de Liberación Nacional y el Clan del Golfo son la guerrilla y el grupo narcotraficante más activos, respectivamente.
Para la región, porque caería un bastión del liberalismo latinoamericano. Colombia siempre ha sido el país que con más solidez y permanencia expuso a la centroderecha latinoamericana. Su sociedad con Estados Unidos es un activo vital para la política del país del norte en la región, particularmente en materia de lucha contra el narcotráfico y las guerrillas en América del Sur. Cuesta imaginar a Petro articulando con Biden, y en absoluto cuesta imaginarlo junto a Maduro intentando dejar atrás años de conflicto entre Venezuela y Colombia en la frontera común. La sociedad Petro-Maduro sería un golpe duro a los intereses de Estados Unidos en la región.
El destino de Colombia lo conoceremos en algunos días, pero aun cuando Petro no fuera elegido presidente, lo que ya es un hecho es que la izquierda, con sus variantes más moderadas y las más radicales, con sus exponentes democráticos y con sus representantes autoritarios, está tan vigente como en la primera década del siglo en América latina.