El Ministerio de Seguridad norcoreano denunció que los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Corea del Sur vienen llevando a cabo una operación desde 2014, que tiene por objetivo asesinar al líder Kim Jong-Un.
Según indican, Washington y Seúl se han infiltrado en el país para terminar con la vida de Kim Jong-Un a través de una bomba o de una sustancia química. En este contexto, Corea del Norte anunció la implementación inmediata de un plan de acción para terminar con esta amenaza.
Más allá de la veracidad de la acusación, este es un nuevo episodio que suma tensión a la situación en la península de Corea. No debe descartarse que Corea del Norte busque posicionar en la opinión pública sospechas de eventuales ataques para justificar su accionar militar y una posible escalada del conflicto.