Inaugurando la sección, analizamos la pandemia del coronavirus junto al analista político Daniel Montoya, politólogo y especialista en la dinámica electoral de Estados Unidos. Cómo se desenvolvieron los principales líderes políticos ante la crisis sanitaria generada por el Coronavirus, qué esperar del mundo post pandemia y quién ganará la elección más importante del año, la presidencial de Estados Unidos.
Por Martín De Nicola / info@zoominternacional.com
El coronavirus puso el foco sobre muchos líderes mundiales, y a muchos los dejó en una situación más que delicada. ¿Cómo evalúa el accionar de las principales autoridades ante la pandemia del coronavirus?
Empecemos por China, que fue donde se originó todo. Sabemos que en China todo está controlado por el poder central y hay restricciones a la información. Obviamente, aquí hubo una maniobra de ocultación de información por parte del régimen. Lo que debemos ver es a qué nivel del régimen se dio ese ocultamiento. En un país con 1400 millones de personas, el régimen tiene distintas capas, habría que ver cuál es el compromiso de la autoridad central y concretamente de Xi Jinping.
Si vamos a los principales líderes occidentales, uno de los líderes más cuestionados fue Trump, quien en un inicio mostró una postura refractaria, habló de una gripe y de que no se podía parar la economía. Otros dos son fáciles de identificar, Giuseppe Conte y Pedro Sánchez. Pero también hay casos no tan visibles, como Suecia, que también se mostró reticente a parar la marcha de la economía. Merkel salió muy bien parada, en un momento muy complicado, ya que viene sufriendo los efectos del deterioro de su liderazgo al punto que la figura que viene proyectando para sucederla está herida de muerte. Su reacción ante la pandemia le ha dado la posibilidad de recuperarse y retomar espacio. La reacción del sistema sanitario de Alemania fue muy positiva, y esto le devuelve el papel de liderazgo político a Merkel en Alemania y en Europa.
Sin embargo, para analizar el rol de los líderes mundiales ante la pandemia, no podemos dejar de ver que eso está muy condicionado por las características de cada país. Europa tiene vínculos económicos muy estrechos con Oriente. Italia y España tiene como gran fuente de ingreso la actividad turística proveniente de Oriente. Sumémosle Francia. Son los principales países receptores de turismo a nivel mundial, y con el nivel de interconexión que tienen no sorprende el impacto inmediato que tuvo el virus ni tampoco la reacción cauta de sus líderes.
¿La pandemia del coronavirus generará una reconfiguración del esquema de poder mundial?
Acá lo que se ha visto nítidamente es que los países orientales han tenido una mayor capacidad de reacción visible. Por supuesto, todo lo que tiene que ver con estadísticas de China hay que tomarlo con pinzas, siempre se les caen un par de ceros. Si pensamos en el número de muertes, hay muchos periodistas de todo el mundo que indican que las cifras hay que tomarlas con pinzas. Pero, más allá de esto, los líderes orientales han mostrado mayor capacidad de reacción, lo vemos en Japón, Hong-Kong, Corea del Sur. Lo que se ha visto es que los estados más centralizados, que tienen corte autoritario, pero con sistema económico capitalista, con fuerte uso de la información y la tecnología centralizadas, han mostrado mejor reacción.
Uno podría pensar que, en una eventual reconfiguración del sistema de poder mundial, China podría quedar mejor parada. Sobre todo, viendo cómo quedaron afectados los líderes occidentales. Esto es una crisis mucho más amplia que la de las Torres Gemelas en el 2001 y las hipotecas de 2008. Uno podría pensar que las potencias de Oriente, y China en particular, podrían capitalizar su mayor capacidad de reacción. Pero, nada como definitivo, sobre todo considerando que China fue el origen de todo, y de hecho ya se han disparado demandas en Estados Unidos contra China. Es muy posible entonces que el papel de China también quede muy cuestionado.
La OMS recibió muchos cuestionamientos sobre su accionar. La Unión Europea mostró como pocas veces antes sus disidencias internas. ¿Por qué cree que los organismos multilaterales y las instituciones internacionales se muestran impotentes para hacer frente a situaciones como esta?
La globalización no es un fenómeno moderno, ha tenido diferentes olas, viene de la época de los imperios. La ola actual no tiene nada que ver con las anteriores, y agrega un componente único que tiene que ver con la deslocalización de las unidades de producción de las empresas, muchas veces en favor de Oriente y de China, concretamente. La globalización ha estado centrada en la economía, moldeada por intereses de las grandes corporaciones, y no ha tenido un correlato en lo que sería la cooperación y el intercambio en otros ámbitos, como puede ser hoy la salud. Y así vemos con la mayor crudeza cómo han hecho agua las instituciones internacionales de la salud y las Naciones Unidas.
Entonces tenemos una globalización que funciona en tiempo real en el ámbito de la producción y la economía, pero vemos que no impacta de igual manera en el terreno de la salud, por ejemplo. Ante una pandemia con semejante capacidad y poder destructivo, prácticamente no funcionan los mínimos protocolos de intercambio que sí fluyen con gran facilidad en el terreno económico. Esto deja en evidencia la inutilidad de las estructuras de cooperación creadas a partir de la segunda guerra.
En 2016 realizó un trabajo de campo que lo llevó a recorrer la zona industrial de Estados Unidos, sombrero de cowboy y moto mediante, claro. En ese momento anticipó que Trump se impondría ante Hillary Clinton. ¿Qué análisis hace de la situación actual a la distancia? ¿Piensa que Trump mantendrá ese núcleo duro con los mismos números de 2016?
Hay dos tendencias de largo plazo que han cambiado muchísimo el comportamiento electoral y han moldeado la política estadounidense de los últimos años, que es necesario analizar para entender lo que está ocurriendo.
Por un lado, el fuerte proceso de inmigración. Por otro, un estado que ha implementado políticas tendientes a atender intereses de minorías. Todo esto ha generado quiebres a nivel electoral, y ha hecho que todos estos sectores gradualmente se hayan ido inclinando por el partido demócrata. En contraposición, los votantes de raza blanca, y sobre todo los que no tienen estudio universitario, gradualmente se han inclinado por el partido republicano. Si tomamos como ejemplo a Ronald Reagan, teníamos a un presidente republicano que tuvo siempre un congreso demócrata. Es decir, existía lo que nosotros llamamos el corte de boleta, un ciudadano no presentaba preferencias absolutas. Eso ha ido mutando hacia un proceso de creciente polarización, que da como resultado lo que conocemos como boleta completa, y es lo que vemos hoy. Un ciudadano vota al candidato republicano (o demócrata) en los tres niveles de gobierno, y cuando se analiza ese voto cruza mucho con las bases sociales que mencionaba antes.
Esto hace que hoy las elecciones estadounidenses se definan en unos pocos lugares. Está muy polarizado. El partido demócrata tiene escriturados los electorados de las dos costas, y el partido republicano tiene los estados de la américa profunda. Son pocos los estados que tienen una mínima fluctuación, los denominados swing states, que son los que definen. En este caso el medio oeste se ha hecho fundamental para explicar cómo puede evolucionar la política estadounidense. Hasta el coronavirus, el candidato más competitivo podía ser Joe Biden, Obama ya había tenido muy buenos resultados, porque hubo un proceso de reflotar la industria automotriz en esos estados, y entonces Biden podía amenazar a Trump en esa zona. Ahora, se han cambiado totalmente los ejes.
Muchos analistas señalan que Trump verá comprometida su reelección. ¿Está de acuerdo?
Estas crisis tan profundas fortalecen mucho la posición política de los comandantes en jefe. Más allá de las críticas por las reacciones tardías, todos los líderes han subido muchísimo en la opinión pública. Trump en Estados Unidos, Trudeau en Canadá, Johnson en Reino Unido, incluso Sánchez en España. Aun con críticas, en tiempos de crisis y miedo, el electorado sale a respaldar a su comandante en jefe.
Si hablamos del análisis que indica que Trump podía ver amenazada su reelección por motivos económicos, yo creo que ahora estamos hablando de ejes nuevos que tienen que ver con este proceso de gran incertidumbre a nivel social y político que fortalece mucho al líder. Es más, Trump ha sido el presidente más impopular de Estados Unidos y ahora vemos que está rompiendo sus techos, que eran bajos.
Así que en algunos segmentos electorales que nunca hubieran votado a Trump, la crisis hace que haya un fortalecimiento natural de su figura. Encima faltan pocos meses, y es difícil que se revierta. Acá vale el viejo adagio de “nunca cambiar el caballo en el medio del río”, yo creo que los líderes que tienen elecciones este año son los que van a capitalizar más lo del coronavirus. Si la elección ya es en 2021, la cosa cambia.
¿Considera que lo que puede poner en peligro la reelección de Trump es su gestión de la pandemia o los costos económicos que el coronavirus generó?
En la economía estadounidense los costos son brutales. Estados Unidos es el país más dependiente de su infraestructura aérea. Cuando fue lo de las Torres Gemelas, los aviones solo estuvieron parados cuatro días. Es un país que no puede tener los aviones parados ni un día. Prácticamente, toda su estructura económica está sustentada sobre la estructura de transporte aéreo. Por eso esto es un golpe tremendo a la economía del país. Las solicitudes de desempleo no tienen precedente, equiparable a las Crisis del 30. Hoy estamos hablando de un paquete de ayuda a las compañías aéreas de 50.000 millones de dólares, cuando en 2001 había sido de solo 15.000. Si la economía explicara el comportamiento electoral de cara a octubre, seguramente Trump perdería. Pero acá estamos frente a un fenómeno que da vuelta todo, que es el comportamiento electoral en tiempo de crisis, y ahí vale una equiparación con Roosvelt en su momento o el caso de Truman en la posguerra. No debería sorprender, porque en tiempos de crisis operan otros elementos explicativos y otros componentes que tienen que ver con la ansiedad y el pánico.
Acá se ponen en juego una serie de cosas, Trump se encuentra en un rol que le gusta jugar, de ser un comandante en jefe en plena crisis, donde él simplemente está activando una serie de músculos tradicionales del partido republicano, que hace que pueda enfrentar la elección con cierta comodidad.
Es difícil hablar de elecciones por estos días, pero ¿cómo ve el cierre de la interna demócrata? ¿Son competitivos los demócratas hoy ante el presidente Trump?
Biden es un candidato que no levanta mayores adhesiones, es una persona grande, de hecho, será la elección con los candidatos más veteranos. Pero es un candidato más incómodo, por lo que mencionábamos antes de podía comprometer las chances de Trump en estados clave, los del medio oeste, como Michigan, Pensilvania, Wisconsin. En esta nueva lógica, donde se fortalece el comandante en jefe, los demócratas quedan en una posición muy débil. La figura de Biden se diluye mucho, porque es difícil verlo como piloto de tormenta para enfrentar el escenario que se avecina, ahí se complican mucho las chances electorales de los demócratas. Incluso a nivel mediático van a perder mucho foco de atención, con diarios opositores, como New York Times o The Washington Post, que van a empezar a moderar sus cuestionamientos a Trump. No se los puede dar por muertos a los demócratas, pero creo que prácticamente esto está encaminado para una victoria de Trump.
Mucha gente en Estados Unidos cuestiona fuertemente al presidente Trump, incluso señalando que no representa los valores del país. ¿Considera que Trump es un fiel exponente de los presidentes estadounidenses?
Como conversamos antes, hay que tener en claro que hubo cambios profundos en el electorado estadounidense. Esto hace difícil comparar a Trump con casos emblemáticos de presidentes republicanos, como Reagan. Antes existían puentes de entendimiento con el electorado del partido rival, ahora no. Trump responde mucho a la actual matriz republicana. Más allá de que llega como un outsider político, no puede ser pensado como un presidente que no sea representativo del partido republicano, donde hay dos falanges que predominan. Una es la militarista. No es casual este movimiento de portaaviones y de belicosidad de Trump en las costas venezolanas, más allá de que Trump es el único presidente que hasta ahora no ha iniciado guerras o ha hecho intervenciones de envergadura en el extranjero. Es más bien un negociador desde la economía. Él aprieta para después terminar negociando. Es un genuino representante del partido republicano para lo que el partido expresa hoy, y representa fielmente las bases electorales del partido en este momento, más allá de su estilo excéntrico, donde sí rompe el molde de los presidentes de Estados Unidos.
Suponiendo que se supera la crisis del coronavirus, ¿qué cree que hará subir más a los mercados internacionales? ¿Que gane Trump o el exponente demócrata?
En lo que hace a mercados, esta crisis va a tener un piso que de ninguna manera puede ser inferior a, por ejemplo, la última crisis financiera, que indujo a una recesión profunda de cerca de 18 meses. Uno no puede pensar que esto llegue a ser inferior a esa crisis. Y pensando en el techo, comparando con los periodos posguerra o la Crisis del 30, uno quizá podría pensar que podría tener hasta cuatro años de evolución. En cualquier caso, vamos a estar hablando de un periodo de recesión y mucha volatilidad que, de ninguna manera, aún a pesar de los paquetes paliativos que no tienen precedentes modernos, puede pensarse menor a dos años para ver un impacto en el mercado, gane quien gane. No podemos aventurar que esto pueda tener una recomposición en el corto plazo, más allá de cuestiones circunstanciales del mercado. Recién para 2022 podría empezarse a tener unos rebotes en los mercados financieros, y recién para 2025 en adelante una normalización del sistema financiero. Estamos a las puertas de un nuevo mundo, sin dudas, esta crisis en ningún caso puede ser de menor magnitud a las anteriores. Salvo, uno nunca puede cerrar las puertas, que tengas una suerte de reconfiguración profunda de las estructuras de poder mundial, como pasó luego de la segunda guerra, donde apareció todo el esquema de Naciones Unidas. En caso de darse algo similar, con nuevas reglas y sistema de juego, ahí sí podría darse un proceso de auge ininterrumpido donde puede darse un crecimiento por arriba del 3 o 4%. Pero no veo que estemos ante un proceso de reconfiguración del poder mundial de esas características.
Para cerrar, y con toda la incertidumbre del momento: ¿reelige Trump?
Casi con total certeza diría que sí. Nunca se cambia de caballo a mitad del río. Ante una crisis como la del coronavirus, más en un país tan presidencialista, vemos cómo la opinión pública y el electorado salen a respaldar a su comandante en jefe. Así que diría que Trump tiene allanado el camino, más estando tan próxima la fecha.
Desde ya sí se abre un interrogante de qué pasará con él de aquí en adelante. Sí podemos pensar que Trump podría vivir una situación similar a la de George W Bush, quien luego del 11 de septiembre se fortaleció en la opinión pública en el cortísimo plazo, y emprendió las operaciones en Irak y Afganistán. Trump podría vivir una situación parecida. Pero, en la medida que la recuperación económica se vaya demorando, sí hay que esperar que Trump la pase muy mal en su segundo gobierno por el deterioro natural de todo segundo mandato sumado a la demora en la recuperación de la economía. Vamos a un proceso en el que el estado tendrá un rol muy importante, él mismo ya lo mencionó, que va a encarar un proceso de recuperación de infraestructura, que caen muy bien a la otra ala del partido republicano, la más populista (la que mencionamos antes es la militarista), que se siente muy cómoda con los procesos de estimulación económica. Trump va a maniobrar mucho en esta segunda etapa para satisfacer a esos sectores. En función de todo esto, a Trump lo daría como número puesto.
DANIEL MONTOYA es politólogo egresado de la Universidad Católica de Córdoba, con estudios de posgrado en Políticas Públicas en el viejo Instituto Di Tella, cuenta con una dilatada experiencia en función pública en diferentes organismos nacionales y provinciales (Comisión Nacional de Comercio Exterior, Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires y Grupo Banco Provincia) En la actualidad, se dedica full time a la Consultoría Estratégica, con clientes como el Gobierno del Paraguay, así como grupos empresariales privados. En el mismo plano, mantiene una intensa actividad como analista político a través de su blog danielmontoya.info y mediante intervenciones diversas en medios. Twitter: @DanielMontoya_ Instagram: @danielmontoyaok.