Por Damián Szvalb.
La crisis desatada en Bolivia por los resultados de las elecciones generales del 20 de octubre amenaza con convertirse en el más grave conflicto de la región después del de Venezuela. Cada vez parece más difícil encontrar una salida política e institucional. Grupos de manifestantes a favor y en contra del presidente Evo Morales se enfrentan todos los días en distintas ciudades del país lo provocó la muerte de tres personas y decenas de heridos de distinta gravedad.
La oposición política “moderada” que encabezaba el candidato Carlos Mesa perdió apoyo y quedó descolocada cuando no aceptó auditar junto a la Organización de Estados Americanos (OEA) el escrutinio cuestionado que dio ganador a Evo en primera vuelta por pocos votos. Ese espacio vacío de la oposición fue llenado por los llamados “comités cívicos” urbanos cuyo dirigente más visible es Fernando Camacho, de Santa Cruz. Los “cívicos” se han radicalizados, extendieron las protestas y piden la renuncia del presidente y la convocatoria de nuevas elecciones, una opción que es impensable para el oficialismo.
Camacho fue por más. Se trasladó a La Paz para entregar en el Palacio de Gobierno una “carta de renuncia” preparada para que Evo Morales solo tuviera que firmarla pero en su intento fue retenido bajo amenazas en un aeropuerto por militantes del MAS para evitar que cumpla con su objetivo. Según los analistas esto hizo crecer su popularidad.-Los cívicos también rechazan la auditoría del escrutinio que está realizando una misión técnica de la OEA. Evo confía en que sea ese organismo el que despeje las dudas sobre la transparencia de las elecciones y que esto ayude a solucionar el conflicto. Sin embargo lo más probables es que la oposición no acepte los resultados de la revisión.
Un gravísimo hecho de violencia en Cochabamba, la región del país de la que proviene Morales, muestra cómo este conflicto está escalando. Mujeres cocaleras que apoyan al presidente marcharon desde el campo a la ciudad que se encontraba bloqueada en distintos puntos y durante todo el día se produjeron enfrentamientos entre grupos de campesinos y jóvenes de la ciudad.
-Y en ese mismo momento, la alcaldesa del oficialismo de un municipio cercano, fue retenida durante varias horas y vejada por un grupo de manifestantes, que la acusaba de financiar y liderar a las personas que habían querido desbloquear y romper el paro cívico.
Prácticamente todo el país está paralizado. Bloqueos, marchas y concentraciones de ambos lados. Por ahora Evo Morales no ordenó reprimir ni declarará el estado de emergencia, que es llamado en Bolivia “estado de sitio” y está asociado a fuertes y violentas acciones militares. La policía se mantiene con una actitud prudente y las Fuerzas Armadas se encuentran acuarteladas pero dijeron que, de ser necesario, harán respetar el “orden constitucional”.
Recordemos que en Bolivia la crisis se desató cuando la oposición denunció que el gobierno de Evo Morales cometió fraude en el recuento de los votos de las elecciones que se realizaron el domingo. Evo asegura que ganó en primera vuelta y que por lo tanto no debe someterse a un balotaje donde tendría altas chances de perder.
Pero podemos señal como el origen de esta crisis el momento en el que Evo Morales decidió presentarse en busca de su cuarta reelección a pesar que en un referéndum en 2016 la mayoría de la población le había dicho que no estaba a favor. Pero Morales desoyó la voz del pueblo, recurrió a la Justicia y ésta lo autorizó para presentarse. Está claro que no midió las consecuencias de esta decisión.
El caso Bolivia es muy preocupante ya que hay un escenario altamente tenso de deslegitimación entre los adversarios político quienes ya no se identifican unos a otros como tales sino como enemigos. Cuando eso pasa, las instituciones y el orden constitucional corren el riesgo de ser manipulados. Quienes están en el poder creen que están siendo víctimas de un golpe de estado y es probable que incurra en desbordes que de otro modo evitaría, y la oposición, como piensa que nunca podrá acceder al poder, es probable que apele a estrategias radicalizadas para intentar conseguirlo.
Venezuela es la demostración más cruda de cómo puede terminar un país cuando sus líderes no están a la altura de las circunstancias.