El presidente estadounidense Joe Biden, se reunió en la Casa Blanca con el primer ministro nipón, Fumio Kishida. Ambos líderes coinciden en que China es el principal desafío estratégico de la alianza bilateral. Es por ello que los responsables de Defensa y Relaciones Exteriores de los dos países anunciaron el refuerzo de su cooperación en materia de seguridad esta semana. Además de buscar contener la expansión de China, Washington y Tokio tienen en claro que otros rivales de peso son Rusia y Corea del Norte.
Los nuevos acuerdos estipulan un refuerzo de los sistemas de misiles japoneses y una reorganización de la presencia militar estadounidense en el archipiélago asiático. Asimismo, el paraguas nuclear que actualmente protege a Japón se expandirá para abarcar a los satélites japoneses que orbitan la Tierra. Hasta ahora, Washington sólo había garantizado esa protección a los miembros de la OTAN.
El objetivo de estos cambios es posicionar a Tokio para que cumpla un rol cada vez más preponderante en la defensa regional de Asia. Ello le permitirá reducir su dependencia de Estados Unidos en temas de seguridad. En línea con esta decisión de la Administración Biden, el Gobierno de Kishida ya había aprobado una reforma de la estrategia de seguridad nacional y de Defensa en diciembre pasado. La nueva normativa prevé un aumento del 25% en el gasto de defensa japonés, pasando del 1 al 2% del PBI a lo largo de un período de cinco años.
Japón se encuentra rodeado de potencias rivales que están impulsando su propio desarrollo militar, especialmente China y Corea del Norte. Además, la situación en Ucrania ha despertado la preocupación de las autoridades niponas, que pretenden evitar a toda costa que una invasión similar se produzca en Asia. Aquí se vuelve central la evolución de las tensiones en el estrecho de Taiwán. Japón podría jugar un papel fundamental en caso de que se desate un conflicto entre Taipéi y Pekín.
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