París sacaría sus tropas del país africano luego de casi nueve años en el terreno. En 2013, las tropas francesas cruzaron el Mediterráneo para frenar el avance de milicias yihadistas en el África subsahariana. Sin embargo, el presidente Emmanuel Macron pretende conseguir que los demás socios europeos presentes en Malí acompañen la retirada. Es así que el Elíseo busca evitar una debacle como la sufrida por Washington en Afganistán.
En los últimos meses, el rechazo a la presencia de tropas en el marco de la operación Barkhane ha ido en aumento. Las autoridades malienses también se han mostrado hostiles hacia París, expulsando al embajador francés en el país, Joël Meyer, el pasado 31 de enero.
Por otra parte, Bamako solicitó a Dinamarca la retirada de sus tropas desplegadas como parte de la fuerza europea en el país. Éstas habían denunciado el accionar ilegítimo de la junta militar que gobierna de facto el país africano. A su vez, acusaron a las autoridades locales de trabajar en conjunto con el grupo Wagner, una compañía militar privada de origen ruso.
Hacia fines del año pasado, la junta maliense anunció que, a pesar de la pautado, no se celebrarían elecciones en febrero de 2022. Por el contrario, permanecerán en el gobierno durante otros cinco años. Producto del anuncio, el mes pasado la Comunidad Económica de Estados de África Occidental impuso un bloqueo fronterizo, económico y financiero sobre el país.
La creciente tensión entre Bamako y París fuerza a Macron a tomar una decisión sobre el futuro de su presencia militar en el África subsahariana. No obstante, a tan solo dos meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, el mandatario no puede dar ningún paso en falso. Mientras espera conseguir el respaldo de sus socios europeos, algunos de ellos -como España- ya han alzado sus voces en defensa de la continuidad de las operaciones.