Las Fuerzas Armadas sudanesas detuvieron al primer ministro, Abdallah Hamdok, a gobernadores estatales y a líderes de partidos y organizaciones progubernamentales. Mientras, los principales movimientos revolucionarios han instado a la sociedad a salir a la calle y a la desobediencia civil para defender la transición democrática que estaba vigente hasta esta madrugada.
El general Abdelfatah al Burhan, a la cabeza del golpe, disolvió el Consejo Soberano de Sudán -Gobierno de transición- integrado por militares y civiles. A su vez, el líder proveniente de la cúpula castrense decretó el estado de emergencia en todo el país. También se han suspendido varios artículos del Documento Constitucional pactado en agosto de 2019, luego de que el dictador Omar al Bashir fuera derrocado.
A lo largo y ancho de Sudán, miles de personas se han movilizado rápidamente a pesar de los reiterados apagones de las telecomunicaciones. Tras el levantamiento militar, las Naciones Unidas, la Liga Árabe, la Unión Europea y Estados Unidos han instado a las fuerzas militares locales a retomar el camino de la transición de forma inmediata. En particular, Washington ha declarado que está dispuesto a suspender los flujos de ayuda al país africano.
A finales de septiembre ya había ocurrido un intento golpista. Desde entonces, la tensión entre líderes civiles y militares fue en aumento, derivando en la peor crisis política desde el inicio de la transición a mediados de 2019. Recientemente, miembros civiles del Ejecutivo sudanés alertaron sobre la voluntad del Ejército de fomentar la inestabilidad y la discordia para allanar el camino hacia el asalto al poder.