Viktor Orban, primer ministro de Hungría, marcó su disidencia al interior de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre el conflicto en Ucrania. Orban instó a los países a enfocar el conflicto entre Rusia y Ucrania viendo “más allá de Bruselas”, en clara señal de rechazo a la actitud de los países que lideran la OTAN.
«Mantendremos la ayuda humanitaria a Ucrania, pero también las relaciones económicas con Rusia porque lo que está en juego son los intereses nacionales», afirmó Orban en rueda de prensa, dejando en claro que su gobierno nunca romperá con Rusia.
Cabe señalar que Hungría es parte de la organización desde 1999. Su ingreso fue producto del triunfo de Estados Unidos en la Guerra Fría. Se realizó junto con el de otros países de la región, como Polonia y República Checa. Considerando esto, las críticas llegan desde adentro.
En otro orden de cosas, desde Rusia se confirmó la orden del Kremlin de aumentar el ritmo de producción de misiles supersónicos Kinzhal, como así también de helicópteros de combate. Todo alimenta la teoría de que Putin estaría preparando una fuerte avanzada, que algunas fuentes del Kremlin llaman la “avanzada final”.
Por su parte, los países del G7 hicieron una advertencia a la comunidad internacional. Los ministros de Relaciones Exteriores de los países que lo componen avisaron que se impondrán sanciones sobre aquellos países que contribuyan de alguna manera para reforzar el accionar bélico del Kremlin. «Los miembros del G7 defienden su compromiso de mantener e intensificar las sanciones a Rusia para limitar su esfuerzo bélico y a los Estados que presten apoyo material a la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania», afirmaron en un comunicado emitido durante la Conferencia de Seguridad realizada en Munich este fin de semana.