En las últimas horas, la Guardia Costera italiana rescató a 1.200 personas que estaban cruzan el mar Mediterráneo hacia su país. Los efectivos italianos lograron salvar la vida de todos los ocupantes de tres barcazas precarias llenas de personas.
Solo dos sobrevivientes de la travesía debieron ser hospitalizados, en Reggio Calabria. El resto de las personas desembarcó en distintos puertos italianos, para que luego las autoridades definan su condición y su eventual deportación. Se cree que las embarcaciones habían partido desde Libia.
Por otra parte, también en el Mediterráneo, la guardia costera de Túnez rescató a otras 326 personas, de las cuales 44 eran tunecinos y 282 subsaharianos.
El drama de los migrantes africanos en el Mediterráneo parece no tener fin. Hasta el momento, durante 2023, más de 100 personas perdieron la vida en cruzadas similares. Durante 2022, se estima que unas 24.000 personas fueron interceptadas y devueltas a los distintos países de África desde los que emigraron. Europa sigue debatiéndose qué hacer para enfrentar la ola migratoria, pero sin avances concretos.
La comunidad internacional sigue condenando la situación, pero haciendo muy poco para controlarla o revertirla. Siguen siendo miles los africanos que intentan huir de su continente en busca de un pasar digno. Sin embargo, la incapacidad de muchos de los estados africanos para controlar la situación, sumada a la falta de coordinación y de apoyo de los países europeos hacen que la tragedia se haya naturalizado.
Se estima que, durante los últimos cuatro años, 500.000 personas intentaron cruzar el Mediterráneo desde África. Del total, un 1,7%, unas 8.500 personas, fallecieron en el intento. Los cuestionamientos sobre Europa no son pocos: 8 millones de ucranianos ingresaron a Europa occidental desde el inicio de la invasión rusa. Mientras, España, Grecia e Italia rechazan a migrantes africanos que muchas veces terminan muriendo en su regreso a África.