La política de aranceles impuesta por Trump, manifestación clara de su proteccionismo comercial, fue el tema principal de la cumbre del G7 realizada en Quebec, Canada.
La imposición de aranceles dispuesta por la administración estadounidense para el acero, el aluminio y diversos productos industriales, que tiene por objetivo proteger a la industria local y cumplir con una de las promesas de campaña de Trump, sacudió el tablero del comercio internacional. Como no podía ser de otra manera, los otros líderes mundiales intentaron durante toda la cumbre convencer a Trump de moderar sus políticas, al menos desde lo formal.
Tal objetivo tuvo como principales interlocutores a Trudeau, Macron y Merkel, que pudieron alzarse con una modesta victoria. La declaración conjunta emitido por los líderes del G7, Trump incluido, busca dar el puntapié inicial a negociaciones sobre normas internacionales contra «subsidios industriales» que distorsionan el mercado y «acciones que distorsionan el comercio» por parte de empresas estatales.
Claramente la declaración es tan formal como vaga y difícilmente Trump dé el brazo a torcer en la práctica. Habrá que seguir de cerca los futuros chispazos que se generarán entre Trump y los líderes de los países que, al menos desde lo formal, son socios históricos de Estados Unidos.