El último fin de semana, los líderes del G-7 se reunieron en Elmau, Alemania. La agenda de la cumbre estuvo marcada por la evolución de la guerra en Ucrania y sus repercusiones en todo el mundo. La segunda jornada del encuentro estuvo dedicada a las sanciones contra Rusia y, en particular, a las medidas sobre las exportaciones de combustibles fósiles. Además, los mandatarios congregados en los Alpes bávaros intercambiaron visiones respecto del envío de armamento de mayor alcance a Ucrania.
Por un lado, Rusia ha logrado revertir la tendencia victoriosa de las fuerzas ucranianas. En los últimos días, las tropas del Kremlin no dejaron de ganar terreno en el extremo este del país. Las sanciones impuestas por Occidente también generaron efectos colaterales, disparando los precios de la energía en todo el mundo. El aumento abrupto de los precios está ayudando a Moscú a recuperar las pérdidas generadas por la reducción de las exportaciones.
A raíz de esta situación, se acordó avanzar en el diseño de un mecanismo que ponga un techo a los precios del crudo ruso. Los líderes se propusieron revertir la escasa eficacia que hasta ahora han tenido las sanciones para golpear a la economía rusa. A pesar del acuerdo, la complejidad de un mecanismo tal aún deja abiertos distintos frentes de debate.
Por otro lado, los presidentes y primeros ministros de las principales potencias del mundo se reunieron de manera virtual con su par ucraniano, Volodimir Zelenski. Este instó a sus interlocutores a aumentar la ayuda a Ucrania para poner fin al conflicto bélico de una vez. Zelenski solicitó sistemas de defensa antiaérea. Aparentemente, Estados Unidos estaría dispuesto a suministrarlos. El gobierno alemán también anunció que enviará sistemas de este tipo, aunque de menor alcance que los que podría proporcionar la Casa Blanca.
En esta misma línea se emitió un comunicado en el que los siete declararon su determinación para apoyar a Ucrania durante el tiempo que resulte necesario y de aumentar la presión sobre Moscú con nuevas restricciones. Estas nuevas medidas se enfocarán en sectores industriales estratégicos, buscando generar el mayor daño posible a la matriz productiva rusa. Finalmente, el documento oficial hace referencia al compromiso del grupo para apoyar un futuro plan de reconstrucción que deberá ser diseñado y liderado por el gobierno ucraniano.