El primer mes de gobierno de Donald Trump será recordado como el más turbulento, al menos, de los últimos tiempos para un presidente de Estados Unidos. A sus polémicas medidas y a los reveses judiciales, hay que sumarle la primera renuncia de un funcionario.
Michael Flynn, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, hombre de extrema confianza de Trump, debió renunciar por sus comprobados lazos con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergey Kilsyak. Todo indica que Flynn mantuvo conversaciones con Kilsyak durante los meses previos a la asunción de Trump, en las que prometió a Rusia levantar las sanciones impuestas por Obama por el accionar ruso en Crimea.
La situación supone un golpe muy duro para el presidente Trump y para el ala derecha de su gobierno, de la que Flynn era fiel exponente. Trump suma otro episodio que consolida una situación de debilidad luego del revés judicial a su veto sobre inmigración. Y también ofrece una nueva prueba de la intromisión rusa en el gobierno estadounidense, fortaleciendo la figura de Putin.
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