Abdallah Hamdok, el primer ministro sudanés, presentó su dimisión el último domingo. La decisión fue comunicada tan solo seis semanas después de que fuera restituido en el cargo por el ala castrense que lo destituyó a fines de octubre en un golpe militar. Las sucesivas manifestaciones masivas en contra de los golpistas propiciaron la salida de Hamdok.
Ahora, el Ejército sudanés ha quedado al mando del Estado. La salida de Hamdok pone fin a la transición democrática pactada entre los líderes militares y civiles en 2019 luego del derrocamiento de Omar al Bashir. A pesar de haber sido restituido, el primer ministro no logró imponerse sobre los generales ni controlar la política nacional.
Un claro ejemplo de la escasa autoridad del jefe de Gobierno fue la represión de las protestas, particularmente agravada en la última semana. Quince personas han fallecido a manos de los militares en el marco de las protestas organizadas en Jartum, la capital sudanesa. En total, los manifestantes asesinados ya suman 57 desde el 25 de octubre de 2021.
El agravamiento de la situación en el país africano coincidió con el restablecimiento de amplias facultades a los servicios de espionaje e inteligencia, uno de los pilares centrales del régimen de Al Bashir. Además, ha habido interrupciones en los servicios de internet y telefonía en los días de protesta. Asimismo, Sudán atraviesa una grave crisis económica provocada por la corrupción y mala gestión estatal.
Volker Perthes, el enviado especial de Naciones Unidas en Sudán, lamentó la salida de Hamdok y se mostró dispuesto a facilitar un nuevo proceso de diálogo que permita restablecer la confianza entre las partes.