Por Martín De Nicola.
Hay una grieta que cada vez divide más a la sociedad alemana. Por un lado está la extrema derecha “institucionalizada” en Alternativa por Alemania (Afd). Se trata de un partido político extremista y antiinmigración que hace siete meses tiene peso en el parlamento: en las últimas elecciones sacó un 12,6% de los votos. Del otro, están aquellos que intentan obturar a los extremistas defendiendo un modelo de sociedad abierto y cosmopolita.
En los últimos días se produjeron gravísimos hechos que revelan la tensión latente que se vive en las calles alemanas. El lunes, cientos de ultraderechistas marcharon en Chemnitz, una ciudad situada en el estado de Sajonia. Lo hicieron después que el domingo 800 xenóbofos se lanzaron a las calles a «cazar inmigrantes» para vengar la muerte de un ciudadano alemán de origen cubano que murió acuchillado la madrugada de ese día.
La cacería de inmigrantes del domingo se produjo después de que una extraña discusión protagonizada por diez hombres, todos aparentemente extranjeros, terminara con la muerte del alemán de 35 años. Grupos de hooligans y neonazis de la ciudad, autoconvocados por redes sociales, salieron a las calles para “aleccionar” a los extranjeros. Cincuenta neonazis fueron identificados por la policia como «violentos».
Según la prensa alemana, en la cacería de extranjeros llevada a cabo el domingo participaron neonazis violentos y simpatizantes de Kaotic, un grupo de hooligans del club de fútbol local Chemnitzer FC y los ultraderechistas NS Boys (New Society Boys), identificados por el servicio secreto interno como responsables de enfrentamientos recientes con inmigrantes.
A través de su portavoz, la Canciller Angela Merkel expresó su repudio: “Lo que pasó ayer en Chemnitz, que en parte se puede ver en algunos vídeos, no tiene cabida en nuestro estado de derecho. En Alemania no hay lugar para la justicia de mano propia, ni para los grupos que quieran propagar el odio en las calles, ni para la intolerancia ni el extremismo”.
Que estos hechos xenófobos gravísimos hayan sucedido en Sajonia no parece ser casualidad. En este estado, el AfD fue el partido más votado en las últimas elecciones a nivel nacional. En esa región también nació Patriotas Europeos contra la islamización de Occidente (PEGIDA), un movimiento xenófobo que consiguió reunir en la ciudad de Dresde a 20.000 personas para pedir “deportaciones masivas inmediatas”. Peor aún: algunos creen que parte de la policía de Sajonia protege a estos grupos.
Estos grupos violentos fundamentalmente antiinmigrantes desafían el poder de Merkel porque saben que la canciller está débil políticamente desde que logró formar gobierno luego de cuatro meses de extenuantes negociaciones. Muchos analistas dudan de la capacidad que tendrá Merkel para contrarrestar esta amenaza. Por eso preocupa mucho este avance de la extrema derecha fascista en el país más importante de Europa. Si la gran líder de la Unión Europea no logra controlar esta amenaza en su tierra, ¿qué quedará para el resto?