Alternativa para Alemania (AFD) ya es sin duda la mayor amenaza para la democracia alemana y, por lo tanto, para gran parte de Europa. Pero todo puede ser peor. Desde ayer, el sector más radicalizado de ese partido de la ultraderecha tiene un nuevo aliado en la cúpula de la organización: AfD renovó su dirección y fue electo copresidente Tino Chrupalla, un pintor de 44 años.
Chrupalla, procedente del Estado de Sajonia, fue electo parlamentario en el Bundestag (Parlamento alemán) hace dos años cuando AfD entró por primera vez en la Cámara Baja con un 12,6% de los votos y 92 diputados. Chrupalla compartirá la presidencia del partido con Jörg Meuthen, considerado del ala moderada y que renovó su cargo.
Sus declaraciones periodísticas lo describen perfectamente. Hace poco decía en una entrevista que él habla de los “problemas reales”, como “la islamización” de Alemania o de cómo “los refugiados disparan los gastos sociales”. A esto hay que agregar que en los discursos de los dirigentes de Der Flügel, el ala más radical de AfD, “la relativización del nacionalsocialismo” está muy presente.
Como la mayoría de estos líderes populistas de ultraderecha, Chrupalla se jacta de ser un hombre corriente sin título universitario y que representa la voz de los territorios de la antigua República Democrática alemana, donde aún existe una gran frustración y un profundo descontento por la política tradicional que AFD ha sabido explotar muy bien.
En las últimas tres elecciones regionales en el este del país, Der Flügel obtuvo excelentes resultados e incrementó su poder dentro del partido. En Sajonia, por ejemplo, el AfD obtuvo un 27,5% de los votos en las elecciones del pasado septiembre.
Los servicios secretos alemanes vigilan de cerca a Der Flügel por que sospechan que viola “el orden democrático fundamental, la garantía de la dignidad humana y el principio de la democracia y el Estado de derecho”, los pilares que han construido el consenso democrático alemán desde el fin de la guerra fría.
AFD tiene muy claro sus objetivos y sabe muy bien que el contexto alemán y europeo le son propicios para terminar de consolidarse como un partido de poder. La crisis económica y la falta de perspectivas de futuro de una buena parte de la sociedad profundizan día a día la deslegitimación del sistema democrático y de quiénes lo liderar desde la Segunda Guerra mundial.
Hasta la fecha, AfD ya está representado en los parlamentos regionales de todos los Estados y en el Parlamento federal son la primera fuerza de oposición. Su próximo objetivo es gobernar alguno de los 16 estados federales y, más temprano que tarde, al país. De lograrlo se tratará de un golpe fatal para la democracia alemana.
Los grandes partidos tradicionales que vienen gobernando Alemania desde hace décadas (conservadores y socialdemócratas) siguen en crisis sin encontrar liderazgos ni ideas para renovarse y recuperar apoyo social. Hay que tener en cuenta que Alemania está atravesando los últimos dos años de la era Merkel. Encontrar un liderazgo de ese nivel político parece imposible en este contexto.
Mientras tanto, la ultraderecha avanza: “Hay que prepararse para gobernar. Esa es nuestra tarea en los próximos dos años”, fue el mensaje que más se escuchó en el congreso de alternativa para Alemania.