Por Damián Szvalb / @DamianSz.
- Las grandes perdedoras del 2018 fueron las democracias liberales y las instituciones internacionales, los más importantes instrumentos políticos del proceso de globalización que dominó la escena mundial desde el final de la Guerra Fría.
- La crisis financiera global que se desató con toda su furia en 2008 debe ser tomada como el inicio de un proceso de continuo desgaste que sufren los gobiernos democráticos y el orden multilateral del que parece no pueden salir. A partir de ese momento no pararon de crecer fuerzas antagónicas levantando banderas nacionalistas que captaron la frustración de amplios sectores de la sociedad que veían cómo quedaban afuera del nuevo orden económico producto de la revolución tecnológica. Los llamados perdedores de la globalización.
- Los populismos, tanto por derecha como por izquierda, encontraron un discurso atractivo para seducirlos. La clave de su «éxito» fue la promesa de frenar la entrada de inmigrantes o expulsarlos para que no amenacen las fuentes laborales, relocalizar las fábricas en sus territorios para que los obreros vuelvan a tener trabajo y los sueldos que hace 30 años les permitieron a sus familias ascender socialmente, y cuidar a la producción local de los efectos de la globalización. Es decir mas proteccionismo.
- Se trata de un discurso ciudadano-céntrico en el cual no hay lugar para derrochar recursos en políticas “idealistas” como pueden ser las inversiones que requiere el combate contra el cambio climático. Emmanuel Macron tuvo que dar marcha atrás cuando los «chalecos amarillos» se dieron cuenta que en Francia ellos (los contribuyentes) debían pagar los costos por la transición energética:
- Los populismos cuentan con una ventaja: estos sectores sociales disconformes rechazan el sistema que los viene gobernando y señalan a los dirigentes de las élites políticas, económicas y hasta culturales como los grandes responsables de su decadencia o al menos de no haberles dado dar algún tipo de respuestas en los últimos diez años.
- Estas fuerzas antiestablishment y antipolíticas leyeron rápido esta nueva realidad, se organizaron y hoy ocupan espacios de poder importantes. En la mayoría de los casos desafiaron a los partidos que venían dominando la escena en los países centrales desde hace décadas. Pero en algunos casos ni necesitaron eso y lograron espacios de poder importantes dentro de las estructuras tradicionales: los Republicanos de Estados Unidos saben muy bien de qué se trata.
- El resultado de todo este proceso explica a Trump, a Salvini y Cinco Estrellas en Italia, el Brexit, los chalecos amarillos de Francia, a Bolsonaro en Brasil, pero también el éxito y el consenso que tienen Putin en Rusia y Xi Jinping en China.
- Todos ellos fueron los grandes protagonistas de la agenda internacional durante 2018 y lo seguirán siendo este año: con la exacerbación de los nacionalismos, cada uno a su estilo, parecen tener las respuestas para enfrentar los grandes desafíos del siglo XXI que las democracias liberales y las instituciones internacionales no tuvieron.
- Todo lo que suceda en el 2019 seguramente estará atravesado por esta disputa global entre las fuerzas nacionalistas y antiestablishment que quieren consolidarse, y las golpeadas y débiles democracias liberales y sus defensores que tienen ante sí un desafío tan difícil como importante: detener los impulsos xenófobos y fascistas que hay detrás de muchos de estos populismos de izquierda y de derecha. El panorama aparece muy complicado si se tiene en cuenta que los dirigentes más importantes que buscan sostener el orden democrático y multilateral son Macron y Merkel, debilitados políticamente en sus países.
- En este contexto, durante este año habrá que prestarle atención a varios hechos. Entre ellos, cómo será la salida del Reino Unido de la UE prevista para el 29 de marzo y las elecciones a la Eurocámara el 26 de mayo, en las que medirán fuerzas los sectores que defienden el modelo globalista y aquellos que quieren destruirlo. El futuro de la Unión Europea dependerá en gran medida de los resultados de esta elección.
- También será clave observar cómo seguirá la guerra comercial global entre Estados Unidos y China que impactará en todo el mundo y cómo convivirán en Estados Unidos la radicalización de Trump y su necesidad de tener que negociar con los demócratas que ahora dominan la Cámara de Representantes. Otras dudas que surgen es sí China seguirá dejando de lado los buenos modales para convertirse definitivamente en líder hegemónico o si solo se limitará a lo comercial, y qué pasará en Medio Oriente luego del abandono de Siria por parte de Estados Unidos.
- Es posible que Putin siga haciendo más o menos lo que quiera y que mantenga a fuerza de prepotencia a una deprimida Rusia como protagonista en la escena internacional. Por eso sostendrá su influencia en Medio Oriente como aliada de Irán y seguirá siendo una sombra para la Unión Europea.
- En América Latina, las miradas estarán puestas sobre dos focos, uno en el norte y otro en el sur, uno de izquierda y otro de derecha. Por un lado, el viraje de México a la izquierda tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador plantea mucha incertidumbre sobre cómo se desenvolverá el nuevo gobierno y, especialmente, sobre cómo convivirá con su vecino del norte. Por el otro, hay gran expectativa sobre cómo se desarrollará el experimento Bolsonaro en Brasil. El polémico y flamante presidente brasileño amenaza con darle el golpe de gracia al alicaído Mercosur e involucrarse en la crisis venezolana. Todo con un claro objetivo: retomar el liderazgo de Brasil en la región.