Por Damian Szvalb
La ofensiva que lanzó el 9 de octubre Recep Tayyip Erdogan contra las milicias kurdas en el norte de Siria generó lo que todos sabían que iba a generar: muerte y destrucción. Desde que Donald Trump ordenó la retirada de las tropas estadounidenses y le dio luz verde al presidente turco se registraron muertes de civiles, denuncias de crímenes de guerra, fuga de presos del Estado Islámico (ISIS) y alrededor de 200.000 desplazados a quienes no les llega la ayuda humanitaria.
Frente a semejante escenario, impactó la tibieza de los principales gobiernos de Occidente: solo varios días después de que empezará la ofensiva turca, Trump se acordó de los kurdos luego de haberlos dejado solos y sancionó a tres ministros de Erdogan por no detener la ofensiva. Por su parte la Unión Europea (UE) se limitó a llamar a un cese de las hostilidades y a la búsqueda de una salida diplomática. Nadie esperaba mucho mas de los europeos.
Recordemos que la zona que dejaron desprotegida las tropas de Estados Unidos representa un tercio del territorio sirio y en ella viven cuatro millones de personas. Eran controlabas por las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una milicia dirigida por los kurdos que no sufrían la dictadura del presidente sirio Bachar el Asad, pero sí habían padecieron las atrocidades del Estado Islámico (ISIS).
Pero el ISIS fue derrotado en marzo por las milicias kurdas, que contaron con el apoyo de Estados Unidos, que mantenía desplegados unos 1000 soldados. La mayoría del combate sobre el terreno lo realizaron los kurdos, ahora “traicionados” por Washington. Esta palabra no la usan solo los kurdos sino también importantes políticos norteamericanos, tanto demócratas como republicanos, que no pueden entender la forma en que Trump abandonó a sus aliados.
Trump defendió su polémica decisión de sacar a sus tropas diciendo que lo que sucede entre Siria y Turquía no le incumbe a Estados Unidos. ”No es nuestro problema». Pero a algunos analistas creen que a Trump esta decisión le puede salir muy cara en términos políticos internos ya que los congresistas de ambos partidos que se indignaron por su decisión podrían buscar “venganza” si les toca votar en alguna de las instancias del proceso de “impeachment” que está comenzando.
Volviendo a Medio Oriente hay que decir también que ante esta ofensiva turca cientos de miembros del ISIS que estaba detenidos en el territorio controlado por las FDS se han escapado ya que ante la llegada de las tropas turcas no quedan guardias custodiándolos. Algunos temen que el ISIS aproveche este caos para rearmarse.
Para Turquía el escenario que le dejó Trump no pudo ser mejor ya que pretende deshacerse de los kurdos que están cerca de sus fronteras y a quienes acusa de terroristas. Tuvo las manos libres para hacerlo. Sus objetivos fueron bases militares de las Unidades de Protección Popular (YPG) y las FDS, las fuerzas militares de los kurdos de Siria a las que Ankara acusa de terrorismo por sus vínculos con el PKK, grupo armado que ataca en Turquía desde 1983 y que Estados Unidos y la UE incluyen en la lista de organizaciones terroristas.
Además Erdogan quiere crear una franja de seguridad de 30 kilómetros de ancho y 480 e largo en la frontera y usar el territorio para instalar allí a dos de los 3,1 millones de refugiados sirios que alberga en su territorio.
Quien sí se preocupó por esta “invasión” turca en territorio sirio es Al Asad porque siempre teme que las tropas de Erdogan aprovechen y se adentren más profundamente en Siria. Los kurdos se dieron cuenta de esto y rápidamente fueron a hablar con el presidente sirio y como resultado de esa gestión, permitieron la entrada del Ejército regular sirio en una zona que Al Asad que perdió durante los 8 años de guerra civil y que ahora puede recuperar.
El ataque turco y este pacto sellado hace una semana y media entre las autoridades kurdas que controlan desde hace años este territorio en el norte de Siria y el Asad frente a la ofensiva turca han cambiado los equilibrios militares y políticos.
Se ha sacudido el frágil y siempre tenso escenario sirio donde las potencias y distintos grupos étnicos y religiosos tienen muchos y encontrados intereses. Por eso nadie es demasiado optimista sobre que todo esto pueda terminar bien a pesar de que ahora todos tratan de estabilizar la situación.
No muy convencido, Trump acaba de anunciar que Turquía se comprometió a “un alto el fuego permanente” en Siria y por eso ordenó un levantamiento de las sanciones que había impuesto el 14 de octubre a tres ministros turcos en castigo a la ofensiva militar contra los kurdos.
Bachar el Asad y su principal apoyo, el presidente ruso Vladimir Putin, son los grandes ganadores en toda esta historia más que por ninguna otra cosa porque están recuperando territorio que hasta hace pocos días estaba en manos de Estados Unidos. Se trata de un éxito aunque ahora tengan que repartirlo con Erdogan con quien terminaron negociando.
Este es el precio que ha tenido que pagar Putin para mantener la estabilidad e integridad territorial en el norte sirio tras la huida de Estados Unidos. Pero logró devolverle a su aliado Al Asad el control de la mayoría de la frontera turca y forzó que los kurdos vuelvan a ser controlados por el gobierno sirio.
Por otra parte, con su decisión de abandonar a los kurdos, que si bien ratifica la política de Estados Unidos de “desengancharse» de Medio Oriente, Trump transmite un mensaje preocupante a sus aliados en la región: no es un socio confiable. De lo que no hay duda es que otra vez los grandes perdedores fueron los kurdos.