Tan solo 50 días después de las últimas elecciones los israelíes tendrán que votar otra vez. De manera sorpresiva, Bibi Netranyahu fracasó en su intento de formar gobierno y el Parlamento voto su autodisolución por 74 votos a favor frente a 45 en contra. Por eso el 17 de septiembre los israelíes tendrán que ir a las urnas nuevamente para elegir un nuevo parlamento.
Desde hace seis meses, cuando empezó la campaña para las elecciones de abril, Israel entró en una parálisis política e institucional sin precedentes en su historia que continuará, por los menos, hasta las nuevas elecciones programadas para el 17 de septiembre.
Esta vez Bibi no logró juntar en una coalición con mayoría suficiente a los partidos de la derecha que entre todos habían sumado 65 escaños. A pesar de su comprobada y elogiada “cintura política” esta vez no pudo zanjar una disputa entre laicos y religiosos sobre el servicio militar obligatorio. Un tema profundo que divide la sociedad israelí y que ahora quedó muy expuesto en la agenda pública. ¿Será decisivo en las próximas elecciones?
Este bloqueo político se generó por las exigencia del ex ministro de Defensa y líder del Partido Israel Nuestra Casa, que cuenta con cinco diputados, Avigdor Lieberman, de pactar la legislación sobre el servicio militar como condición previa a un acuerdo de Gobierno. Lieberman tiene postura muy extremas en relación al conflicto con los palestinos pero representa a cientos de miles votantes inmigrados a Israel desde la ex Unión Soviética, caracterizados por su sesgo conservador y un estilo de vida laico.
Como era de esperar, su exigencia de poner fin a la exención que gozan ahora decenas de miles de alumnos de las escuelas rabínicas para “hacer” el servicio militar (en contraposición al resto de los hombres y mujeres que deben hacerlo durante tres años) encontró un rechazo contundente por parte de los partidos ultrareligiosos, claves para darle a Bibi sostén político.
Los dos partidos ultraortodoxos que juntan a 16 parlamentarios en la Knesset rechazaron de plano el proyecto de ley impulsado por Lieberman para establecer el reclutamiento forzoso de un cupo de decenas de miles de estudiantes. Los ultrarreligiosos son un 11% de la población israelí y es la comunidad con mayor crecimiento demográfico.
Al darse cuenta que no había forma de hacer ceder la postura a alguno de ellos Bibi buscó la salida política menos dolorosa para él. En ese sentido, la repetición de las legislativas fue la opción elegida para evitar el peor escenario: que el presidente de Israel, Reuven Rivlin (ante el fracaso de Bibi de formar gobierno tenía la potestad de encargar la formación de Gabinete a otro dirigente) encargara la formación de Gobierno al líder opositor y ex jefe delas Fuerzas Armadas, el centrista Benny Gantz.
Bibi no quiso arriesgarse a que Gantz, el rival que le desafío con fuerza en las últimas elecciones, pudiera recibir de Rivlin el encargo de formar una coalición de Gobierno alternativa. Si bien la oposición (los partidos de centro, de izquierda y los árabes) solo suman 55 escaños, algunos sospechaban que Gantz podía tentar a algunos legisladores del likud y a los del partido de centro derecha y laico Kulanu de Moshe Kaholon que tiene 5 escaños. De esa forma tenía posibilidades de llegar a los 61 escaños necesarios.
-Esta situación política refleja lo fragmentada que quedó el Parlamento surgido de las elecciones del 9 de abril: de los 11 partidos que lograron representación, solo dos llegaron a los dos dígitos a la hora de contar sus diputados.
Más allá del costo económico que implica organizar un proceso electoral (unos 125 millones de euros) hay otro problema: los ciudadanos israelíes no parecen estar muy estimulados con la idea otra campaña electoral en medio de un muy caliente verano. No es el mejor contexto para debatir tema tan sensibles y estructurales de la realidad israelí como el que quedó expuesto en este conflicto entre partidos laicos y religiosos (separación Estado-Religión) sobre el servicio militar que hizo fracasar el armado del quinto gobierno de Bibi Netanyahu.