Luis Inacio Lula Da Silva llegó a China para reunirse con su par local, Xi Jinping. El foco del encuentro está puesto en formar un grupo de mediadores en el conflicto en Ucrania. El otro punto de interés es el desarrollo del bloque de los BRICS, que conforman ambos países junto a Sudáfrica, Rusia e India.
«La época en que Brasil estaba ausente de las grandes decisiones mundiales ya es cosa del pasado. Estamos de vuelta en la escena internacional después de una ausencia inexplicable», afirmó Lula en una de sus primeras declaraciones. La referencia es hacia su predecesor, Jair Bolsonaro, a quien acusa de haber retirado a Brasil de la esfera internacional.
La estrategia de Lula es clara. Intenta posicionarse como el líder de América latina en el mundo, equidistante de todos los grandes focos de poder. Semanas atrás visitó a Joe Biden, en la Casa Blanca. Ahora, a Xi en Shangai.
El vínculo de Lula con China fue determinante durante sus primeros mandatos, a comienzos de la década del 2000. Como dato, tras la primera visita de Lula en 2004, el volumen de comercio entre ambas economías creció 21 veces.
La visita de Lula a Xi Jinping también sirvió para que Dilma Rousseff tomara posesión al frente del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS. Lula aseguró que el liderazgo de Rousseff en “un banco global de tal envergadura» es «un hecho extraordinario en un mundo todavía dominado por los hombres». El banco de desarrollo multilateral de los BRICS, creado en 2015, tiene como misión el financiamiento de obras de infraestructura.