Sin duda fue en el ámbito internacional donde más cómodo se sintió y mejor le fue al presidente Macri en estos tres años y medio de gestión. Las excelentes relaciones que generó con los principales líderes mundiales, entre ellos con dos presidentes de Estados Unidos, Obama y Trump, son exhibidos por el gobierno como una demostración de que el país “volvió al mundo” luego de lo que ellos consideran una fallida política exterior del kirchnerismo. El G20 en Buenos Aires fue quizás el hecho más trascendente de la gestión macrista.
Por eso la visita que realizó al país el presidente de Brasil Jair Bolsonaro era muy importante para el gobierno a pocos meses de las elecciones presidenciales de octubre. Pero también muy arriesgada. Por un lado al gobierno le sirve y mucho mostrar que las relaciones con Brasil, el gigante sudamericano, están atravesando un gran momento. Para eso necesita dos cosas. Una ya parece haberla logrado: recibió un apoyo político muy contundente de cara a las próximas elecciones por parte del brasilero. Bolsonaro fue explícito y dijo lo que Macri quería escuchar: Identificó al kirchnerismo con Venezuela. “Hago un llamado al pueblo argentino por lo que tendrán en adelante en octubre. Es una decisión que tienen que tomar con la razón y no con la emoción. Como lo hicimos en Brasil, donde hubo gran responsabilidad para decidir el futuro del país» y advirtió sobre la «preocupación en toda América del Sur» para que no haya «nuevas Venezuelas en la región”.
Lo otro que necesita Macri, de forma urgente son anuncios concretos de inversiones conjuntas en áreas como la energía y tecnología. Para eso Bolsonaro trajo a los ministro de Economía, de Defensa, de Energía, de Agricultura y de Ciencia y Tecnología. Se juntarán con sus pares argentinos.
Pero esta visita también representò riesgos para el gobierno. Si bien hay coincidencias importantes en política exterior (el duro posicionamiento frente a Maduro) y en la política de seguridad, las relaciones entre ambos presidentes nunca fue la mejor. El estilo “Bolsonaro” (un discurso violento que incluye declaraciones xenófobas y misóginas) hizo que Macri nunca se pegará demasiado al brasilero. Hay que recordar que Macri no fue a su asunción el 1 de enero de este año. Quizas como respuesta a ese faltazo, Argentina no fue el primer país al que visitó Bolsonaro como presidente.
Tampoco el gobierno argentino gana mucho pegándose ahora con Bolsonaro quien, desde que asumió, ha perdido mucho apoyo popular por su muy mala gestión económica y política. La economía sigue sin crecer y su gobierno no muestra capacidad política para gestionar acuerdos con el Parlamento para aprobar las grandes reformas que, según Bolsonaro, permitirán hacer despegar la economía brasilera. Las luchas internas en su gabinete y las denuncias de corrupción a sus hijos lo están desgastando tan solo seis meses después de asumir.
En definitiva, Macri necesita tener muy buenos vínculos políticos con Brasil y que su economía crezca ya que de esa manera, por efecto de la natural interdependencia en materia comercial e industrial entre ambos países, hará crecer a la Argentina. Ambos presidentes también buscan cerrar los acuerdos que el Mercosur tiene pendiente con la Unión Europea.
Macri y Bolsonaro representan un cambio de orientación política de la región que se expresa en su inflexible critica a Maduro y a los “populismos” que gobernaron la mayoría de los países de la región los primeros años de este siglo. Pero para consolidarse en el poder ambos necesitan algo mas: que sus recetas económicas empiecen, más temprano que tarde, a dar resultados.