El sudafricano Cyril Ramaphosa, elegido días atrás como nuevo presidente de turno de la Unión Africana, dejó en claro cuál es el máximo reto de su gestión: “Vamos a concentrar nuestro trabajo en la resolución de conflictos”, aseguró. Un compromiso similar ya había sido tomado por la organización en 2013, cuando estableció la meta de acabar con las guerras internas para 2020.
Actualmente, los casos de Libia, Sudán, República Centroafricana, Mali, Burkina Faso y Niger, entre los principales, aunque con mayor o menor importancia, se constituyen en una prueba para la región en general y para Ramaphosa en particular.
El mayor desafío de la Unión Africana con respecto a la resolución de conflictos internos en el continente consiste en establecer una postura común ante situaciones en las que, muchas veces, los países que la integran tienen intereses encontrados.