Malí ha tomado definitivamente distancia de sus otrora socios occidentales, en particular Francia, país que a mediados del año pasado anunció la finalización de su misión militar en el país africano. La cúpula del gobierno maliense aceptó el envío de aviones, helicópteros y hasta de mercenarios del temido grupo Wagner, provenientes de Rusia.
«Un Ejército fuerte y moderno se impone a la hora de dar seguridad a su población y gana lustre en la escena internacional», manifestó en el acto de entrega de las naves el ministro de Defensa, Sadio Camara, quien también hizo mención a la amenaza yihadista que pesa sobre el país. Cabe recordar que el grupo Wagner es un equipo de mercenarios rusos, paraestatal, muy temido por su violencia y crueldad, que contribuye a cumplir los objetivos del Kremlin, aunque desde el gobierno nieguen tener vinculación con sus operaciones.
Malí se encuentra hoy gobernado por una junta militar, que derrocó al presidente anterior. Su actual máxima autoridad es Assimi Goita, apuntado como el principal aliado de Putin en el continente africano. El país parece estar buscando en Putin nuevos socios en su cruzada anti terrorista, en la que había sido apoyado mayoritariamente por Occidente. Putin, por su parte, continúa con política de establecer nuevas sociedades, o fortalecer las existentes, en todo el mundo, con el objetivo de devolver a Rusia el status de potencia mundial y de ganar presencia física en todas las latitudes.
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