La ciudad de Wuhan, en la provincia china de Hubei, fue el punto de origen del coronavirus. Luego de que se estableciera el aislamiento total a fines de enero, los casos se fueron reduciendo. En marzo, los nuevos contagios fueron sólo algunos pocos. Desde abril no se había reportado ningún caso nuevo hasta que este fin de semana seis personas dieron positivo.
Para evitar que la situación se convierta en una segunda ola de contagios que derive en una vuelta a la cuarentena, las autoridades locales han decidido establecer un plan de acción. Durante el transcurso de diez días, cada distrito deberá encargarse de testear a toda la población. Se estima que entre esta semana y la próxima los 11 millones de habitantes de la ciudad serán sometidos a la prueba de COVID-19.
Los seis nuevos contagiados se encuentran en un mismo edificio residencial. Se trata de un hombre de 89 años que presentó síntomas, y otras cinco personas que tuvieron contacto con éste y fueron testeadas a pesar de ser asintomáticas.
Mientras Wuhan lucha por evitar un nuevo brote, la situación en el resto de China no es fácil. Las regiones fronterizas con Rusia y Corea del Norte podrían volverse los nuevos epicentros a nivel nacional. Esto se da en el marco de la llegada de residentes chinos provenientes de Rusia que han sido identificados como portadores del virus.