Los gobiernos de Alemania, Suecia y Dinamarca están colaborando en la investigación sobre las fugas del gasoducto que atraviesa el mar Báltico, ocurridas en septiembre pasado. Al encontrar restos de explosivos que fueron utilizados para provocar las fugas, Estocolmo confirmó esta semana que se trató de un sabotaje. Las investigaciones aún siguen en curso para poder determinar quiénes son los responsables del ataque. El principal señalado es Rusia, pero no se han realizado acusaciones formales en contra del Kremlin. También hay quienes sugieren que Washington y Kiev serían los mayores beneficiados por el sabotaje.
Los gasoductos Nord Stream estuvieron en el centro del conflicto hace algunas semanas. Moscú decidió usar sus recursos energéticos como arma en contra de Europa en represalia por las sanciones impuestas por Bruselas y Washington. Esta estrategia se basa en la interrupción del suministro de gas ruso hacia países con una marcada dependencia de él, como el caso de Alemania.
La Fiscalía sueca es quien lidera la investigación sobre la explosión y las consecuentes fugas. El hallazgo de restos de explosivos parece confirmar la hipótesis de que se trató de un ataque intencional. El comunicado de la oficina del fiscal Mats Ljungqvist no ofrece detalles sobre el tipo de explosivo utilizado en el sabotaje, un dato que podría arrojar luz sobre los responsables. No obstante, sí confirma que siguen trabajando para elaborar conclusiones más robustas.
Moscú aseguró que los hallazgos de la justicia sueca confirman la información con la que contaba Rusia. Asimismo, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, subrayó la necesidad de encontrar a los responsables del ataque. Para Rusia todavía existe la posibilidad de hacer arreglos en el gasoducto y eventualmente volver a ponerlo en funcionamiento. Por ahora, Alemania, Dinamarca y Suecia continúan excluyendo a Rusia de las investigaciones. Esto ha llevado a que Moscú declarara que no reconocerá ningún informe sobre las explosiones.