El ataque con gas nervioso contra el exespía Sergei Skripal y su hija en Salisbury ha generado un quiebre en la relación entre Reino Unido y Rusia.
Convencido de la responsabilidad rusa, el gobierno de Theresa May decidió expulsar a 23 diplomáticos rusos, como represalia. Rusia, por su parte, niega rotundamente su participación en el episodio, y rechaza la medida adoptada por May.
May considera que la responsabilidad rusa puede ser por acción o negligencia, pero no tiene dudas: según ella, se trató de una «acción directa» de Rusia o, como mínimo, el gobierno de Putin «perdió el control de un agente nervioso de fabricación militar».
Se espera que Moscú presente una medida similar contra diplomáticos británicos, lo que confirmaría la mayor tensión entre ambos países en los últimos 30 años.
Con información de: The Sun / BBC Mundo.