El último viernes, el exprimer ministro japonés Shinzo Abe fue asesinado en pleno acto de campaña en la ciudad de Nara. El actual premier, Fumio Kishida, aseguró que no se doblegaría ante la violencia y mantuvo el calendario electoral como estaba preestablecido. Tan solo dos días más tarde, la ciudadanía fue convocada a las urnas para renovar la cámara alta. El Partido Liberal Democrático (PLD) y los socios menores que integran la coalición gobernante se hicieron de la mayoría calificada de dos tercios en la legislatura.
Tras la victoria, Kishida asumió el compromiso de impulsar la reforma constitucional largamente buscada por su predecesor. El otrora ministro de Asuntos Exteriores del Gabinete de Abe ahora se enfrenta a tres años en los que no habrá elecciones nacionales que puedan obstaculizar el tratamiento legislativo del proyecto reformista. No obstante, el público japonés está dividido sobre la cuestión. El mandatario afirmó que espera que un debate parlamentario ayude a aclarar el tema a la sociedad. Para entrar en vigor, una nueva Ley Fundamental requeriría la aprobación en un referéndum nacional.
En las últimas semanas, los sondeos indicaban que el oficialismo contaba con la intención de voto suficiente para asegurarse la mayoría en la cámara alta. Kishida esperaba dar respuesta al aumento de la insatisfacción social por el incremento de precios -particularmente evidente en los alimentos y el combustible-, logrando un resultado sólido a partir de la unidad de las facciones del LDP. No obstante, ni las encuestadoras ni el propio gobierno podían prever y calcular el impacto del magnicidio ocurrido el viernes en el resultado final.
Además de la desestabilización que el asesinato ha generado, Kishida se enfrenta a un número de desafíos de peso. Primero, debe encontrar la manera de reactivar la economía y desacelerar la inflación -sendas consecuencias de la pandemia y de la guerra-. En esta misma línea, el premier debe designar a un sucesor para el Director del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda. A su vez, el gobierno japonés deberá gestionar una nueva ola de Covid-19 minimizando los impactos en la sociedad y la economía. Por último, Kishida se ha propuesto modernizar las fuerzas armadas del país, lo cual implica un denso debate sobre la asignación de presupuesto.