Por Damián Szvalb / @DamianSz.
El inesperado e histórico encuentro entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un revela cómo situaciones de política internacional que parecían inmodificables, pueden cambiar, casi de un día para el otro.
Primero se reconciliaron las dos Coreas luego de estar 70 años en estado de guerra. Ahora se encaminan a formalizar un acuerdo. Hace 48 horas Trump y Kim Jong-un se abrazaron tan solo unas semanas después de amenazarse con destruirse mutuamente.
A pesar de ser subestimado, con la reconciliación de las Coreas y su acercamiento Kim Jong-un, Trump demostró que es capaz de obtener un éxito diplomático fenomenal. Lo hizo además sin dejar heridos, ya que esta nueva situación favorece a todos.
Para el líder norcoreano, este acuerdo le permite ser aceptado en el mundo luego de años de aislamiento. Además, logra su principal objetivo: la supervivencia del régimen de los Kim. China, por su parte, también está conforme porque siempre sostuvo al régimen norcoreano y podría beneficiarse aún más si Estados Unidos se retira o, al menos, baja su presencia militar en lo que es la zona de influencia de China.
Muchos analistas creen que, encaminado este conflicto con Corea del Norte, Trump se ocupará exclusivamente de Irán. Seguramente presionará más para que el resto de las potencias abandonen el Acuerdo y buscará profundizar las sanciones económicas. Quiere que el régimen iraní siga quedando deslegitimando frente a su pueblo.
La mayor enseñanza que deja este histórico acuerdo es que, hoy en día, nada es perpetuo en las relaciones entre países. Menos aún, durante la presidencia de Donald Trump.