El país africano tiene una población mayoritariamente joven en la que dos tercios de los ciudadanos habilitados para votar tienen menos de 30 años. Simultáneamente, Yoweri Museveni, de 76 años, ha ocupado el cargo de presidente durante cinco mandatos y ahora busca una nueva reelección. Es así que la mayoría de los ugandeses han vivido toda su vida bajo su liderazgo. Ahora, el músico devenido político de 38 años, Robert Kyagulanyi -también conocido como Bobi Wine-, disputará la presidencia a Museveni.
Las elecciones de la próxima semana estarán atravesadas por las divisiones entre cambio y estabilidad así como también entre idealismo y experiencia. La victoria de uno u otro candidato dependerá de cuán profundo pueda calar el discurso de Museveni entre los jóvenes. El presidente ha intentado infundir miedo aludiendo que un voto en su contra es un voto en favor de la desestabilización del país. Pero la estabilidad no significa trabajo para quienes viven en Uganda. Mientras 700.000 personas alcanzan la edad de ingresar al mercado laboral cada año, solamente un promedio de 75.000 empleos son creados anualmente.
Por otra parte, el resultado también estará determinado por la capacidad de Wine y sus simpatizantes para hacer frente a las tácticas represivas que las fuerzas de seguridad vienen impulsando desde hace algunos meses. Bobi Wine fue detenido en tres ocasiones al igual que alrededor de 600 personas que asistieron a sus mítines. A su vez, el guardaespaldas de Wine fue asesinado y su abogado encarcelado. También aquellos periodistas dedicados a cubrir la campaña opositora vieron sus acreditaciones revocadas. Los intentos de censura podrían escalar a medida que se aproxima el día de la elección.
Kyagulanyi se convirtió en miembro del Parlamento en 2017 y ya entonces debió enfrentar la violencia de Museveni. En 2018 debió someterse a un tratamiento médico en Estados Unidos luego de haber sido torturado por las Fuerzas Armadas ugandesas mientras estaba bajo custodia por un altercado en un acto político. En lo que va de la campaña para las elecciones presidenciales, su residencia y oficina han sido allanadas en múltiples ocasiones y los actos de campaña dispersados, aún antes de la pandemia.
“Reemplazaremos a un dictador” es el eslogan de campaña principal de Wine. Por su parte, Museveni afirma que obtuvo la victoria en todas las elecciones de forma justa y legal. Asimismo, considera que el pueblo de Uganda lo venera como líder del movimiento armado que liberó al país de Idi Amin y Milton Obote, los dictadores que lo precedieron.
Aunque durante las sucesivas presidencias de Museveni la tasa de pobreza en Uganda se redujo de un 60 a un 20%, la falta de empleo para gran parte de la población y un desarrollo sumamente lento de los servicios públicos alimentan el descontento de muchos jóvenes. La semana próxima podría significar un importante cambio para Uganda o, simplemente, la continuidad de la estabilidad atada a la figura del actual presidente. La decisión la tendrán los jóvenes.