Por Damián Szvalb / @DamianSz.
Si bien nunca escaló demasiado, la crisis diplomática entre Putin y Netanyahu ya no existe. El derribo de un avión de reconocimiento ruso Iliushin-20 con 15 personas a bordo por misiles sirios S-200 que habían sido disparados durante un ataque de cuatro aviones israelíes F-16 había tensado las relaciones entre Israel y Rusia. Duró muy poco.
Fue el propio Putin quien terminó de quitarle dramatismo político al serio incidente. Dejó en claro que no habrá crisis en las relaciones con Israel a pesar que horas antes el Ministerio de Defensa ruso responsabilizó a ese país de lo sucedido con el avión. Su portavoz aseguró que los aparatos israelíes utilizaron como “escudo” el avión ruso. También calificó de “hostiles” las acciones de Israel y aseguró que sus aviones “crearon deliberadamente una situación peligrosa”.
Mientras tanto, a través de un comunicado, el Ejército israelí se defendió y responsabilizó por el gravísimo hecho al régimen de Bashar al Assad, a Irán y a la milicia chiíta Hezbolá: “En el momento del ataque el avión ruso derribado no se encontraba en la zona de operaciones el Ejército israelí”.
Algunos analistas relacionaron este incidente con el sucedido en noviembre de 2015 cuando aviones de combate turcos derribaron un cazabombardero ruso Sujói-24 en la frontera entre Turquía y Siria. Ese hecho provocó una crisis entre Moscú y Ankara, sanciones incluidas, que sólo empezó a resolverse después de que Erdogan pidiera disculpas en 2016.
Pero Putin no tardó en dejar las cosas en claro y diferenció ambas situaciones: “son cosas distintas, entonces el ataque del caza turco fue premeditado, pero lo sucedido ahora parece más bien una cadena de casualidades trágicas, ningún avión israelí derribó al nuestro deliberadamente”. Putin aclaró que no habrá represalias de ningún tipo contra Israel.
La reacción de Putin parecería revelar que no tiene muchas ganas de dañar las relaciones que mantiene con Israel. Pero tampoco se va a quedar con lo brazos cruzados:anunció que suministrará en dos semanas un sistema con misiles antiaéreos S-300 a Siria que le permitirán a Siria hacer frente a un ataque aéreo israelí o estadounidense. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu dejó claro el objetivo: “Quiero subrayar que en el 2013 habíamos suspendido el suministro de los S-300 a Siria por petición de la parte israelí. Ahora la situación ha cambiado, y no por nuestra culpa”.
Putin decidió preservar su relación con Netanyahu y al mismo tiempo buscó tranquilizar a Al Asad y sobre todo a Irán dándoles apoyo militar. Hace equilibrio para mantener un juego de alianzas bastante extraño y muy pragmático: mientras es aliado de Irán para administrar la posguerra en Siria, deja que Netanyahu haga lo que necesite para que Irán o Hezbolla no puedan instalarse en territorio sirio. Israel nunca lo permitiría y Putin lo sabe bien.
Sin embargo las tensiones entre Israel e Irán en Siria seguirán y mas temprano que tarde otro grave incidente podría hacer aparecer al verdadero Putin, bastante diferente al que manejo esta crisis con prudencia y cautela.