Por Damián Szvalb / @DamianSz
Han pasado algo más de 100 días del comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania. Los costos en términos humanitarios son escalofriantes, tanto en vidas humanas como en desplazamientos forzados. Para decenas de miles de familias, tanto rusas como ucranianas, nada será igual al 23 de febrero, y seguramente todo sea peor con el correr de cada día. La decisión de Vladimir Putin de desatar una guerra contra su país vecino es, sin dudas, el mayor cisma en la geopolítica desde la Segunda Guerra Mundial.
Estos más de tres meses de guerra han generado consecuencias de mayor y menor alcance. Para Ucrania, para Rusia, para Europa, para el mundo entero. Y, por supuesto, para Putin. Algunas de ellas, previsibles, y seguramente anticipadas por el mandamás ruso. Otras, seguramente, escaparon a su planificación al momento de poner un pie en territorio ruso. Algunas, indudablemente pueden ser consideradas triunfos de Putin, pero muchas otras derrotas. Lo que está claro es que todas están ayudando a sentar las bases de un nuevo orden internacional, que nos acompañará durante décadas.
Si consideramos los triunfos, con el diario de hoy, a 100 días de la invasión, podemos destacar los siguientes. En primer lugar, Putin está logrando un gran objetivo declarado: controlar el este de Ucrania, para establecer un corredor único junto con Crimea, la porción de territorio ucraniano tomado por Rusia en su invasión de 2014. A pesar de la resistencia inicial, las ciudades del este, han ido cayendo en manos rusas, con Mariupol como máximo exponente. La ciudad, en cenizas, se une a las regiones del Donetsk y Lugansk, donde las milicias prorrusas ya lideraban el desembarco de Putin en la región. Este corredor este permite a Putin controlar el Mar de Azov y su salida al Mar Negro, un triunfazo en términos territoriales y, particularmente, económicos.
Otro triunfo. Rusia y Putin demostraron que pueden generar un descalabro en la economía mundial. La guerra disparó precios de todo tipo, pero en particular los de la energía y los de los alimentos. La escasez generada por los combates en Ucrania, uno de los mayores productores de commodities alimenticias en el mundo, y los cortes en el suministro de gas proveniente de Rusia a Europa, tienen en jaque a la economía mundial. Nada de esto se le escapó a Putin al momento de tirar el primer misil en Ucrania. Putin demostró que Rusia es un eslabón clave en el capitalismo mundial.
Siguiendo con los logros, Putin logró “capear el temporal” devaluatorio. Como referencia, el 24 de febrero un dólar se cambiaba por 84 rublos. 15 días después, llegó a 143, momento desde el que, en general, solo registra caídas. Hoy, a 100 días, un dólar se intercambia por casi 60 rublos. Es decir, superada la devaluación inicial generada por la guerra, a 100 días Putin logró apreciar la moneda rusa un 30% respecto al dólar. La exclusión del sistema Swift generó una tormenta pasajera, lo cual invita a reflexionar seriamente sobre el funcionamiento del sistema financiero internacional.
Las derrotas han sido muchas, aunque es de difícil estimación cuán relevantes son en la mente de Putin. En primer lugar, no logró impedir la expansión de la OTAN. Por el contrario. Su obsesión por que Ucrania no forme parte de la alianza de defensa atlántica, no hizo más que asegurar su expansión: Ucrania no formará parte de la OTAN, pero con alta probabilidad lo harán Suecia y Finlandia. El temor infundido a los vecinos de la región logró que dos países históricamente neutrales pidieran formalmente sumarse a la OTAN, organización que ya dio el visto bueno: el vicesecretario general de la OTAN, Mircea Geoana, aseguró que ambos países “contribuirán de forma significativa no solo a la seguridad de la región báltica, sino a la (seguridad) general de nuestra Alianza».
Otra derrota de Putin, sin dudas, ha sido el fortalecimiento de la Europa Occidental como bloque político. En momentos en los que la Unión Europea enfrentaba crecientes demandas y críticas por parte de su propia sociedad, la invasión a Ucrania operó como un elemento unificador, que alineó objetivos e intereses. Putin logró vigorizar a Europa, como así también al vínculo entre Europa Occidental y Estados Unidos, tan vapuleado en los años de Donald Trump.
En tercer lugar, Putin se aseguró ser considerado como un criminal de guerra por buena parte de la sociedad mundial. Por supuesto están quienes lo apoyan y consideran que su invasión a Ucrania es justa, pero la amplia mayoría lo recordará como un asesino. De todas maneras, nada de esto seguramente preocupe a Putin. Con la invasión, Vladimir Putin decidió pasar “del otro lado” en la consideración mundial, sin retorno.
Para cerrar, Putin no logró eliminar ni deponer al presidente Zelensky. Por el contrario, lo erigió como un líder mundial, contribuyó a fortalecer sus vínculos con Europa y Estados Unidos, y, lejos de lograr que el mundo lo vea como un exponente del nazismo en el siglo XXI, lo posicionó justamente como un defensor de la paz y los derechos humanos.
La guerra en Ucrania parece que será parte del mundo por un tiempo largo. Para muchos, Putin perdió desde el instante en el que tomó la decisión. Para otros, Putin ya ganó. El tiempo aportará claridad sobre esto, pero lo que queda claro es que hoy ambos bandos tienen motivos para sostener su postura.
Nota original: ElArchivo.com